miércoles, 12 de noviembre de 2014

LAUREL DE CIBELES

Laurel de la Plaza de Cibeles

El laurel de la plaza de Cibeles es un árbol o arbusto perenne, que se encuentra situado en el paseo central del Paseo del Prado, muy cerca de la fuente que da nombre a dicha plaza. La plaza de Cibeles empezó denominándose Plaza de Madrid hasta que en 1900 el ayuntamiento cambió su nombre por el de Plaza de Castelar. Posteriormente, tras la Guerra Civil, cambió nuevamente pasando a denominarse como en la actualidad.

 Laurel de Cibeles. Al fondo el Palacio de Linares
Como consecuencia de la transformación urbanística que en tiempos de Carlos III tuvo lugar en la zona, conocida entonces como Salón del Prado, en el paseo de Recoletos, junto al palacio de Buenavista se  instaló la fuente de la diosa Cibeles, en 1782, mirando hacia su  vecina de Neptuno, por cierto, también rodeada de laureles, y en 1895 se trasladó al centro del cruce de las calles Alcalá y Recoletos, en su ubicación actual.

Esta fuente, la popular Cibeles, es uno de los símbolos más reconocidos de nuestra ciudad, en rivalidad con la cercana puerta de Alcalá y la también cercana aunque no tanto Puerta del Sol.

Fuente de Cibeles. Por encima de la arboleda asoma el Palacio de Buenavista
La fuente fue diseñada por Ventura Rodríguez con el doble objetivo ornamental y funcional. Así, durante mucho tiempo, el agua de la fuente proveía a los madrileños del imprescindible líquido y de ella se surtían aguadores profesionales y vecinos. La ejecución fue de los escultores Francisco Gutiérrez Arribas (la diosa y el carro) y Roberto de Michel (los leones), que contaron con la colaboración de Miguel Ximénez (cenefas decorativas del carro).

La diosa Cibeles, símbolo de la Tierra, la agricultura y la fecundidad, con un cetro en su mano derecha y una llave en la otra, está montada en un carro tirado por dos leones. Estos leones representan a Hipómenes y Atalanta convertidos por Zeus en animales y obligados a tirar del carro de Cibeles. Atalanta, joven cazadora del grupo de Diana, retaba a sus pretendientes a una carrera en la que debían vencerla para conseguir su mano. Hipómenes, enamorado de la joven consigue vencerla gracias a la ayuda de Afrodita, que le entrega unas manzanas que va tirando durante la carrera y consigue así que Atlanta se entretenga recogiéndolas. Pero, como la felicitad en los mitos de la antigüedad suele tener un coste, los jóvenes consuman su amor en el templo de Cibeles quien, enfurecida por el sacrilegio, informa a Zeus y éste les convierte en leones. 

Fuente de Cibeles
De todos es conocido el vínculo existente entre la fuente y su vecina de Neptuno y determinadas celebraciones deportivas, que en alguna ocasión ha tenido graves consecuencias para la escultura. Lo que ya no sabe todo el mundo es que existen dos réplicas exactas en dos lejanos lugares: en el cruce de las calles Oaxaca, Medellín y el Oro, en la ciudad de México, inaugurada en 1980 como símbolo de hermandad entre la comunidad española y la mexicana; y en la Plaza Presidencial de una zona residencial de Pekín

En la plaza de la Cibeles también es necesario hacer referencia a los edificios que ocupan sus cuatro esquinas, ya que se trata de cuatro construcciones con una importante historia a sus espaldas y un presente trascendente. Economía, gobierno municipal, gobierno militar y cultura hispana podrían ser los cuatro capítulos que atienden estos edificios: Banco de España, Ayuntamiento de Madrid, Cuartel General del Ejército y Casa de América.

La Plaza de Cibeles desde la torre del Palacio de Cibeles
Pero primero vayamos con nuestro árbol.

Como ya se ha dicho anteriormente, la primera duda es si colocarle en el grupo de los árboles o el de los arbustos. Efectivamente, el laurel, laurus nobilis, tiene más apariencia de arbusto, pero algunos ejemplares en algunos lugares, pueden llegar a adquirir las dimensiones y aspecto de un árbol con todas las de la ley. Dejémoslo a gusto del observador.

En cambio nadie duda sobre su alcurnia y los altos designios que ha desempañado a lo largo de la historia. Ya su nombre específico, nobilis, hace referencia a este aspecto y a nadie se le escapa que era con ramas laurel con lo que se reconocía en la antigüedad los méritos de los militares, deportistas y otras celebridades y como se extendió esta costumbre hasta tiempos moderno. Napoleón, por ejemplo, admirador ferviente de los césares romanos y de sus simbolismos, gustaba aparecer en sus ceremonias coronado con las ramas de laurel y así quedó plasmado en multitud de retratos.. Sin olvidar su incorporación a nuestro lenguaje en forma de frases hechas: cosechar laureles, cargado de laureles, dormirse en los laureles, cum laude, etc. En la Edad media se llamaba baccaleauriatis al estudiante que adquiría los conocimientos impartidos en las primitivas universidades, en referencia a la corona de laurel con la que se reconocía su capacitación y en esta denominación está el origen del nombre del actual bachillerato.

El laurel y el Palacio de Cibeles
El laurel de Cibeles forma un pequeño bosquete con multitud de tallos que se entremezclan dando la apariencia de un único ejemplar, percepción a la que contribuye la forma artificial de su copa. Solitario, asilado de otras plantas, aporta el toque natural a este lugar cargado de historia y eje económico y social de la ciudad. 

El laurel es, en general, un árbol de poca altura, raramente sobrepasa los 10 metros, con una copa densa e irregular, aunque en la mayoría de los ejemplares urbanos esto último depende de la poda a la que estén sometidos, dada su función ornamental. Las hojas duras y correosas, acompañan durante todo el tiempo al árbol y son de color verde, oscuro por el haz y más pálido por el envés. Cuando se estrujan, desprenden un aroma intenso y característico y con ellas se aderezan infinidad de guisos en la conocida cocina mediterránea, ya que aportan un aroma y un sabor inconfundible y facilitan la digestión.

Aunque actualmente es fácil disponer de ellas, en cualquier frutería nos las proporcionarán encantados, aunque sólo en algunas gratuitamente,  recuerdo que antes, en nuestros pueblos de origen, era aun más sencillo: bastaba con salir de casa, dirigirnos  al arbusto más cercano y servirnos. También se ha dado a la hoja de laurel un uso medicinal como tónico estomacal que estimula el apetito y ayuda a eliminar los gases y como purgante intestinal al contribuir a la expulsión de la bilis.  Desde el punto de vista religioso, son muchos lugares de España en los que las ramas de laurel se llevan a la iglesia el domingo de Ramos, para ser bendecidas posteriormente guardadas posteriormente en la casa durante los meses siguientes para ir utilizando sus hojas en la cocina. 

Laurel de Cibeles en plena floración
Hay laureles macho y hembra difíciles de diferenciar por el profano ya que los dos presentan la floración de finales de febrero a mayo y son flores muy parecidas.  El fruto, con forma ovoide, como una pequeña aceituna, primero negra y luego violeta, aparece en septiembre u octubre. Antiguamente de ellos se obtenía un aceite denominado manteca de laurel que se usaba para aliviar las inflamaciones de los huesos y las articulaciones.

Dada su gran extensión es difícil conocer su área de procedencia aunque todo apunta a la zona mediterránea, donde ha sido cultivado desde la antigüedad. Cuando puede elegir le gustan los lugares sombríos y húmedos, a orillas de arroyos y ríos y prefiere los climas suaves, sin sequía acusada y con pocas heladas.

Húmedo está, bajo el laurel, el banco
de verdinosa piedra; 
lavó la lluvia, sobre el muro blanco, 
las empolvadas hojas de la hiedra. 
                           Antonio  Machado


En la Península Ibérica podemos ver laureles en cualquier provincia, aunque sus mejores ejemplares se encuentran  en la zona atlántica y cantábrica. En estos lugares es frecuente encontrarle formando setos al borde de los caminos o en los límites entre fincas o prados.
Ello no evita que aparezca en la tradición popular de todas las zonas, incluidas las más sureñas. A modo de ejemplo, podemos reflejar la siguiente copla andaluza:

Entre los árboles todos
se señorea el laurel,
entre las mujeres Ana,
y entre flores el clavel.
Eres delgada de talle,
como junco de ribera:
de las niñas de tu calle
tú te llevas la bandera.
Tienes una cinturita
que parece contrabando:
yo, como contrabandista,
por ella vengo penando.
Morenita agraciada,
quítate el manto;
no por ser agraciada
te tapes tanto.
 



Además, como árbol decorativo podemos encontrar laureles en multitud de parques y jardines adquiriendo diversas formas, con preferencia redondeadas y cónicas. En la propia zona de la plaza de Cibeles, si miramos hacia la fuente, la veremos acompañada de pequeños laureles redondeados, que se prolongan por la mediana de la calle Alcalá hasta la misma Puerta. Y si  avanzamos por la calle de Alcalá y entramos en el Retiro por la Puerta de Madrid, veremos a ambos lados del Paseo de Coches unos espléndidos ejemplares. La Fuente de Neptuno, como ya se ha dicho, también está rodeada de laureles y lugares tan emblemáticos como la Plaza de Oriente o el Parterre del Parque del Retiro también cuentan con su presencia.

Laureles del Parterre del Retiro

 Laureles del Paseo de Coches del Retiro
Pero no podemos abandonar la plaza sin hacer referencia como se anunciaba al principio a los cuatro edificios  que la limitan. También es recomendable subir a lo alto del Palacio de Cibeles, sede actual del ayuntamiento de la ciudad para tener una amplia vista de la plaza y de gran parte de la ciudad.

Empecemos entonces por esté edificio.

El actual Palacio de Cibeles, último de los edificios que se inauguró en la plaza, fue Palacio de Comunicaciones o de Correos hasta el año 2007, en que empezó a albergar dependencias municipales y empezó a denominarse oficialmente Palacio de Cibeles en el año 2011.

Su función hasta ese momento era la de  albergar los servicios generales de telegrafía, telefonía y, especialmente, sobre todo en los últimos años, de correos. La primera piedra se puso en el año 1907 en unos terrenos pertenecientes a los Jardines del Buen Retiro, generando cierta polémica por privar a Madrid de un espacio de recreo. Los arquitectos fueron Antonio Palacios y Joaquín Otamendi que con este proyecto iniciaron una brillante carrera profesional, y los motivos ornamentales fueron responsabilidad del escultor Ángel García Díaz.

 Palacio de Cibeles
Fue inaugurado por los reyes, Alfonso XIII y Victoria Eugenia, convirtiéndose en el centro neurálgico de las comunicaciones de Madrid a comienzos del siglo XX. El edificio constaba de dos partes separadas por el pasaje de Alcorcón, conocido popularmente como la calle del correo y actualmente cubierto por bóvedas de cristal. La parte que da a la plaza de Cibeles, donde se encuentra la entrada principal, era propiamente la Central de Correos, Telégrafos y Teléfonos, y la otra, al otro lado del pasaje, la Dirección General.

El Palacio de Comunicaciones fue construido para sustituir la antigua Real Casa de Correos que se encontraba en la Puerta del Sol, construida en la segunda mitad del siglo XVIII y actualmente sede del gobierno de la Comunidad de Madrid (anteriormente Ministerio de la Gobernación). Esta edificación situada en el centro de la ciudad, no estaba preparada para asumir el reto que el avance de las comunicaciones requería e hizo necesario un nuevo espacio, más accesible y moderno.

El cambio en las comunicaciones, desaparición del telégrafo, disminución del correo postal, aparición de la comunicación a través de internet, etc., fue haciendo perder importancia a las funciones primitivas del Palacio y fue adquirido por el Ayuntamiento de Madrid para ubicar en él dependencias municipales y convertirlo en su sede oficial y en un importante centro cultural. 

Y del edificio más reciente, al más antiguo, Se trata del Palacio de Buenavista, cuyo origen se remonta a 1767, cuando Fernando de Silva y Álvarez de Toledo (1714-1776), XII Duque de Alba y Tormes, compra a la Familia Real la finca conocida como Altillo de Buenavista. Aunque sería su heredera, María del Pilar Teresa Cayetana de Silva Álvarez de Toledo (1762-1802), XIII duquesa de Alba quien en 1777 encargó la construcción del palacio a Pedro de Arnal, y en él vivió habitualmente junto a su marido José Álvarez de Toledo y Gonzaga, jefe de la Casa de Medina Sidonia.

 Palacio de Buenavista
En 1802, tras la muerte sin herederos directos de la duquesa el palacio se desvincula de la Casa de Alba y en 1807 pasa, a través de una expropiación, a manos del Duque de Alcudia, Manuel Godoy, aunque cuando perdió el poder volvió a manos de la Familia Real.

Tras los revueltos tiempos de la Guerra de la Independencia y posterior restauración borbónica a cargo de Fernando VII, el palacio pasó al Ejército, en 1847, convirtiéndose en Ministerio de Guerra. Actualmente es la sede del Cuartel General del Ejército.

Gran cantidad de acontecimientos históricos se fraguaron en sus estancias. No olvidemos que en él habitaron, entre otros, Espartero, Prim, Primo de Rivera o Manuel Azaña. En él murió el General Prim, en extrañas circunstancias y tras el atentado que sufrió en la cercana calle del Turco (hoy Marqués de Cubas, junto al actual Banco de España). En su fachada norte, todavía están presentes los impactos de proyectiles lanzados sobre el Ministerio de la Guerra de Azaña durante la Sanjurjada del 10 de agosto de 1932. Más recientemente, durante el 23-F, el entonces jefe de Estado Mayor del Ejército, general José Gabeiras, se reunió aquí con sus mandos militares para planificar el contragolpe.

Sus paredes están adornadas con verdaderas joyas de arte español, y su jardín, iniciativa del propio Prim, contiene gran variedad de árboles entre los que se encuentran ejemplares  centenarios, alguno catalogado como Árbol Singular por la Comunidad de Madrid.

Siguiendo el sentido de las agujas del reloj, entre el palacio de Buenavista  y el de Cibeles se encuentra el Palacio de Linares. 
                                     
Este palacio, fue construido por José de Murga y Reolid y Raimunda de Osorio y Ortega, Marqueses de Linares, en los terrenos que compraron al Ayuntamiento de Madrid en 1872, donde se encontraba el antiguo Pósito Real de Madrid y los Molinos de Plata.

De su construcción se encargó el arquitecto Carlos Colubi siguiendo los diseños del arquitecto francés Adolf Ombrecht. Los Marqueses se mudaron al edificio en 1884, aunque la construcción finalizó completamente en 1890.

Palacio de Linares
Tras la muerte de los marqueses, el palacio fue heredado por su ahijada, Raimunda Avecilla y Aguado, hija de su administrador, dado que los marqueses murieron sin descendientes directos. Pero con el paso de los años y tras la Guerra Civil, el palacio su fue deteriorando y estuvo a punto de ser derruido. Sin embargo, en 1976 fue declarado Monumento Histórico Artístico y ello salvó el edificio. Además, el hecho de permanecer sin uso durante más de 100 años, ha preservado su rico interior llegando prácticamente intacto al momento actual.

Desde 1992 y como conmemoración del Quinto Centenario de la llegada a América de Colón y de la capitalidad europea de Madrid, se reabrió el palacio convertido en la Casa de América consorcio formado por multinacionales e instituciones españolas y americanas que tienen como objetivo estrechar los lazos entre España y el continente americano, especialmente con Latinoamérica.

En cuanto a la leyenda sobre los fantasmas que tan popular ha hecho el palacio, dejo su relato para otro momento, sabiendo que quien esté interesado puede acceder a ella a través de otros medios.
  
Y terminamos la ronda con el Banco de España. Situado en la esquina Alcalá/Paseo de Recoletos, frente al Palacio de Cibeles (entre estos dos edificios se encuentra nuestro noble laurel, y no se me ocurre lugar más digno).

El Banco de España tiene su origen en el Banco de San Carlos, creado en 1782 por Carlos III como una institución privada bajo la protección del rey. Algo después se transformó en el Banco de San Fernando (1825) y posteriormente se fusionaría con el Banco de Isabel II (1847), pasando a denominarse Banco Español de San Fernando . Más tarde, en 1856, pasó a denominarse definitivamente Banco de España. En este momento, aun seguía siendo una entidad de naturaleza privada hasta que en un Decreto Ley de 7 de junio de 1962  el Gobierno lo nacionalizó.

 Edificio del Banco de España
A lo largo de esta historia, pasó por diferentes sedes hasta que en 1891 se trasladó al lugar que ahora ocupa. En 1882 se compra el Palacio de Alcañices al Duque de Sesto, que ocupaba la esquina de la calle Alcalá con el Paseo del Prado, el 4 de julio de 1884 se pone la primera piedra y el 3 de marzo de 1891 es inaugurado por el rey Alfonso XIII y su madre la Reina Regente María Cristina. El diseño fue de los arquitectos Severiano Sainz de la Lastra y Eduardo Adano, que elaboran el proyecto definitivo a finales de 1883.

Posteriormente se realizarán diferentes reformas y ampliaciones, entre las que destaca la de 1927 con la ampliación por la calle de Alcalá tras comprar las Casas-Palacio del conde de Santamarca y la última, que completaba definitivamente el edificio en una manzana cerrada, y que, aunque se planificó en la década de los 70 y para ello se compró el edificio contiguo, no pudo iniciarse hasta el año 2003 siguiendo un proyecto de Rafael Moneo.

Volvemos al laurel y aclararemos su origen según la tradición griega. Como siempre, se trata de una más de las múltiples rencillas entre los dioses del Olimpo, cuyas consecuencias pagan habitualmente los sufridos mortales o las deidades inferiores.

El dios Apolo menospreció las habilidades de Eros como arquero y esté le disparó una flecha con punta de oro que desató en el dios un gran amor por Dafne. Al mismo tiempo, Eros disparó a la ninfa Dafne una flecha con la punta de plomo que provocó en ella el rechazo incondicional hacia Apolo. Desde ese momento, Apolo perseguirá sin tregua a la ninfa por bosques y montañas  hasta que cuando está a punto de alcanzarla Dafne pide ayuda a su padre el dios-río Peneo para que la oculte y preservar así su virtud. Peneo la convirtió entonces  en laurel (Dafne en griego es laurel) y cuando Apolo por fin alcanza a su amada, se encuentra con el árbol, al que se abraza y promete convertir en su símbolo y emblema. Coge algunas de sus ramas y se fabrica una corona que coloca su cabeza uniendo desde entonces de forma permanente su figura a la de dicho árbol.    
  
Apolo y Dafne de Bernini en la Galería Borghese de Roma. Fuente, Wikipedia
Aunque existen otras versiones con algunas variaciones del mito, la más popular es la aquí descrita, recogida en La Metamorfosis de Ovidio. También en nuestros clásicos existe referencia a esta leyenda. Termino, por tanto, con el Soneto XIII de Garcilaso de la Vega (1501-1536) que  la recoge en su poema:
  
Apolo y Dafne de por Antonio Pollaiuolo. National Gallery de Londres. Fuente, Wikipedia



A Dafne ya los brazos le crecían,
y en luengos ramos vueltos se mostraba;
en verdes hojas vi que se tornaban
los cabellos que el oro escurecían.
De áspera corteza se cubrían
los tiernos miembros, que aún bullendo estaban:
los blancos pies en tierra se hincaban,
y en torcidas raíces se volvían.
Aquel que fue la causa de tal daño,
a fuerza de llorar, crecer hacía
este árbol que con lágrimas regaba.
¡Oh miserable estado! ¡Oh mal tamaño!
¡Que con llorarla crezca día
la causa y la razón porque lloraba!

                       Garcilaso de la Vega   

Publicado en junio de 2014                       

lunes, 10 de noviembre de 2014

TEJO DEL PALACIO DE VELÁZQUEZ DEL RETIRO


Pese a no ser su hábitat preferido, podemos encontrar tejos en diferentes zonas del Retiro: al lado de la Fuente de la Salud y de la Fuente de la Alcachofa, cerca de la Puerta del Niño Jesús, e incluso hay dos ejemplares recortados en los jardines del arquitecto  Herrero Palacios. Pero los que se encuentran junto la Casa de Vacas y el que está al lado del Palacio de Velázquez, especialmente este último, son los más representativos de la especie.  
 
Tejo del Palacio de Velázquez
El nombre científico del tejo, texus baccata,  procede del término latino taxus, ya utilizado por los autores clásicos Plinio y Virgilio. Según algunos estudiosos, haría referencia a la palabra griega taxis, hilera, en referencia a la forma en que aparecen sus hojas. Otros autores explican que sería la palabra también griega tóxicon, veneno, la que habría dado origen al término, en alusión, en este caso, al carácter venenoso de casi todas las partes de la planta. En cuanto al nombre específico, baccata, viene de la palabra latina bacca, baya, por la forma concreta que tiene su fruto. 

Se trata de un árbol propio de zonas montañosas, umbrías, con clima fresco y suelo húmedo y preferentemente de tipo calizo. A menudo encontramos ejemplares que han enraizado en zonas rocosas aprovechando una fractura o un espacio entre dos peñas. En la actualidad, los grandes ejemplares suelen aparecer en la naturaleza en solitario, escondidos, a menudo rodeados de otros árboles que les ocultan de la vista y hacen de corte natural. En muchos casos es un auténtico enigma saber por qué ese añoso y solitario espécimen ha llegado a nuestros días. Sin duda, detrás de cada uno de ellos hay una historia que lo ha permitido: una tradición, una leyenda, un empeño de alguien, etc. Sin embargo, en los pocos lugares donde su hábitat lo permite, y el resto de seres vivos lo respetan, se acompañan de nuevos retoños de diferentes tamaños y edades que insinúan que en la antigüedad los bosques de tejos pudieran ser una realidad, aunque acompañados de otras especies y en competencia con ellas.
 
Tejo del Palacio de Velázquez
En España está presente, en clara regresión, en casi todas las comunidades, aunque el vinculo cultural con las poblaciones es más fuerte en la cornisa Cantábrica, donde las tradiciones ancestrales lo vinculan a creencias religiosas, acuerdos jurídicos y costumbres domésticas.

En estas comunidades septentrionales y especialmente en Asturias y Cantabria, es bastante habitual encontrar tejos cerca de las iglesias de los pueblos y en los cementerios. Antiguas creencias han identificado la longevidad del árbol junto con su capacidad para ocasionar la muerte (por su toxicidad) como símbolo de la eternidad y a la vez brevedad de la vida y los paisanos han celebrado en torno a él ceremonias religiosas o han depositado en sus alrededores los cuerpos de sus familiares y vecinos fallecidos. La construcción posterior de ermitas, iglesias o cementerios en los mismos lugares, unió antiguos y nuevos ritos y así, reconstruyendo iglesias o replantado tejos, son muchas las poblaciones que en la actualidad siguen manteniendo el támden tejo-iglesia como punto de reunión y reflexión de los lugareños.

Tejo de Arangas, Cabrales (Asturias)

Tejo del cementerio de Salas (Asturias)
También sirvieron los tejos como testigos de acuerdos, contratos y juramentos, con el mismo o superior valor que los documentos escritos o actas notariales: lo que se acuerda bajo el tejo, va a misa, dice una antigua expresión asturiana. Todavía en algunos lugares de España se convoca a concejo con el tañer de las campañas y en muchos casos dicho concejo abierto se celebra bajo el tradicional árbol de la población. Tampoco podemos condenar al olvido la antigua tradición que aun se mantiene en algunos lugares, de plantar un tejo en la huerta o el prado de la casa tras el nacimiento de un hijo y cuidarlo durante toda la vida, como herencia cultural que se transmite a las generaciones posteriores.

Tejo familiar plantado en 1930 junto a su casa por Giordano Fernández, Tineo (Asturias)
En la Comunidad de Madrid hay unos 2000 ejemplares situados en cauces, barrancos y laderas de la sierra. Un detenido paseo por alguno de los puertos de montaña más conocidos, Somosierra, Canencia, Rascafría, Cotos, y algunos otros menos populares, nos permite descubrirlos y en algunos casos admirar su tamaño y edad. En todos los casos, nuestra presencia debería pasar desapercibida para el árbol. El exceso de visitantes y, sobre todo, la falta de cuidado y respeto de los mismos, puede originarle graves daños. No debemos olvidar que todos los árboles necesitan a su alrededor un espacio bien conservado y drenado de forma que sus raíces puedan sostenerlo y obtener el agua y las sales minerales con las que elaborar los nutrientes vitales para su desarrollo.

Tejo del Puerto de Canencia (Madrid)

Tejo del Puerto de Canencia (Madrid)
En la ciudad de Madrid también podemos contemplar tejos en algunos de sus parques principales. Además de éstos del Retiro, existen ejemplares muy interesantes en la Fuente del Berro, en el Campo del Moro, en el Jardín Botánico, en el Parque del Oeste o en el parque del Capricho de la Alameda de Osuna. Y si se quiere ver un ejemplo de tejos ornamentales recortados podemos fijarnos en los de la Plaza de Oriente.

El tejo más espectacular del Parque del Retiro se encuentra junto al Palacio de Velázquez, protegido por una cerca para evitar que el exceso de pisadas perjudique a las raíces, o al proceso de absorción del agua..   
 
 Tejo del Palacio de Velázquez
El palacio de Velázquez  fue construido entre 1881 y 1883 para la Exposición Nacional de Minería que se celebró en 1883. El Ministerio de Fomento, organizador de la exposición, encargo el proyecto al arquitecto  Ricardo Velázquez Bosco (que dio nombre al edificio) y fue emplazado en el lugar conocido como Campo Grande. El presupuesto inicial fue de 225.000 pesetas que aportó el propio ministerio.

Con Ricardo Velázquez colaboraron el ingeniero Alberto del Palacio, responsable de los aspectos técnicos y  Bernardo Asins, constructor y montador de la estructura metálica.

En su construcción empleó Velázquez los materiales y elementos decorativos que repetiría en sus construcciones posteriores, como la Escuela de Ingenieros de Minas (1886) y el propio Ministerio de Fomento (1893), hoy de Agricultura.

Así, utilizando el hierro en la estructura general, el granito como plataforma básica del edifico, el ladrillo recocido en dos tonalidades para los muros de cerramiento y la colorida azulejería cocida en la real Fábrica de la Moncloa (heredera de la Porcelana del Buen Retiro),  se levanto el palacio que fue inaugurado el día 30 de mayo de 1883 por Alfonso XII, acompañado por el rey de Portugal y el Alcalde de Madrid, Marqués de Urquijo.

Palacio de Velázquez
Como curiosidad indicar que participaron en esta Muestra de Minería, Artes Metalúrgicas, Cerámica, Cristalería y Aguas Minerales, entre otras, las Minas de Río Tinto, la Fábrica de Cerámica de la Moncloa, las Aguas Medicinales de Loeches y Carabaña y algunas prestigiosas industrias madrileñas que comenzaban por aquellos años su andadura como las de los orfebres Meneses e Hijos, Espuñes, las Artes Gráficas de Richard Gans, etc., acudiendo también representantes de la industria y el comercio de Francia, Inglaterra, Alemania, Suiza, Italia y Suecia.

El palacio, construido con el ánimo de ser reutilizado después de la exposición, formó parte importante de la Exposición de Filipinas en 1887,  para la que el mismo arquitecto diseñó el vecino Palacio de Cristal, y posteriormente paso a convertirse en Museo de Ultramar. En la actualidad pertenece a Ministerio de Cultura y se utiliza para realizar exposiciones temporales del Museo Nacional y Centro de Arte Reina Sofía.

Volviendo al tejo se trata de un árbol que, en buenas condiciones, pude llegar a alcanzar una altura de 15 metros y un diámetro de 1,5. Estas dimensiones, sin embargo, no son corrientes; por el con­trario, muchas veces no pasa el tejo de la forma arbustiva o de arbolillo. Este es el caso más común en la Comunidad, donde no es normal encontrar ejemplares que superen los 10 m. de altura.

Tejo del Parque de la Fuente del Berro 
Tiene una copa frondosa y ancha, con varios tallos que salen del tronco o incluso del suelo, como éste del palacio. Sus numerosas ramas se extienden y alejan del tronco creando en su interior una cabaña natural protectora de aves y otros seres vivos, que encuentran en invierno un lugar seco, menos frío y con alimento abundante.
 
La madera es dura, de grano fino y apretado que la hace muy valiosa para la ebanistería y talla. Su utilización durante la Edad Media  para fabricar arcos estuvo a punto de provocar su extinción en Europa. Efectivamente, el arco de tejo adquirió en la Edad Media gran fama, por ser un arma militar de gran efectividad. El impacto de las flechas disparadas por estos arcos era tan fuerte que, según cuenta la leyenda, podían atravesar puertas de roble de 8 cm de espesor o las armaduras y cotas de malla de los soldados.
 
Tronco del tejo del Palacio de Velázquez
La demanda de madera de tejo fue tan importante que los ingleses realizaron plantaciones en su territorio, prohibiendo el Parlamento su exportación, y decretando una ley que obligaba a todos los barcos mercantes que arribaran a sus puertos procedentes del extranjero a pagar un tributo, consistente en cuatro duelas de arco de la mejor calidad por tonelada de mercancía importada.


También ha sido muy usado en ebanistería, toneles, mangos de herramientas y ejes de carros por su resistencia al frotamiento. En este caso, el carro con eje de madera de tejo “canta” al aplicarle el freno descendiendo los empinados caminos de las montañas asturianas y ese canto era tradicionalmente acompañado por el paisano, y así, carro y campesino bajaban hacia las aldeas rompiendo el silencio del monte astur.   

Muy cerca, al otro lado del estanque, y junto a la Casa de Vacas, encontramos otros dos tejos uno de los cuales, el de más edad, soporta el paso del tiempo con las oportunas muletas que en su momento le fueron colocadas para evitar que sus ramas se desgajen


Tejo de la Casa de Vacas
La Casa de Vacas se construyó por orden del rey Fernando VII a su regreso a España tras la Guerra de la Independencia. En efecto, tras dicha guerra, el parque del Retiro estaba prácticamente destruido. El rey encarga al arquitecto Isidro González Velázquez la realización de una reconstrucción parcial entre las calles O’Donnell y Menéndez Pelayo y el Estanque Grande, convirtiendo la zona en un reservado para que en él la familia real pudiera disfrutar de las fantasías y caprichos románticos de un jardín al estilo del primer cuarto del siglo XIX.

Así, González Velázquez construye para el monarca la Montaña Artificial, la Casa Persa o Rústica (hoy desaparecida), la Casa del Pobre y del Rico (derribada en 1963), la Casa de Vacas, la Casita del Pescador, la del Contrabandista (Florida Park), la de Fieras, un castillete medieval (actualmente en ruinas), un embarcadero para la Falúa Real (desaparecido al construir el monumento a Alfonso XII) y la fuente Egipcia del dios Canopo.
En la Casa de Vacas se construyó una vaquería donde las hijas del monarca jugaban a pastorcillas, disponiendo de una serie de vacas cuya leche bebían después de haberlas ordeñado ellas mismas. En 1868, la corona pierde los derechos sobre los Jardines del Buen Retiro y este pasa a depender del Ayuntamiento de Madrid y la Casa de Vacas en 1873 se alquila a Mateo Cabezas y Romeral que la transforma en un establecimiento modélico donde se podía beber leche recién ordeñada, pasando años después a instalarse una chocolatería.

La Casa de Vacas en la actualidad
Destruida parcialmente por el ciclón que en 1886 arrasa el Retiro, se reconstruyó en el siglo XX, pasando a formar parte de la Zona de Recreo, junto al Templete de la Música, y siendo transformada en un café restaurante. Se realizaron  diversas reparaciones hasta que en la década 1950-60  se reestructura de nuevo y pasa a utilizarse como sala de fiestas, con restaurante, orquesta y bar, haciéndose celebre con el nombre de Pavillon, hasta que en 1983, un incendio destrozó la sala y tras ser restaurada pasó a depender del Ayuntamiento de Madrid, dedicándose a sala de exposiciones culturales.

El tejo de las muletas, que se encuentra a su derecha es de edad incalculable. Es algo arriesgado hablar de la edad de los tejos. Se trata de un árbol longevo, de crecimiento muy lento, pero es difícil averiguar su edad. No sirve contar anillos: los más añosos suelen tener el tronco hueco. Además pueden pasar muchos años con crecimiento nulo. Tampoco es oportuno utilizar la barrenilla para extraer una muestra del tronco ya que puede perjudicar seriamente al árbol. Parece claro que pueden superar los 1500 años y hay referencias de algunos casos en los que se ha producido una regeneración a partir del tronco ya moribundo de un ejemplar. 

Sus hojas son perennes de 10 a 30 mm, de largo por 1,5 a 2,5 de ancho, formando dos hileras opuestas de color verde oscuro por el haz y más claro por el envés. El tejo es una especie dioica (con pies masculinos y femeninos). Precisamente, este tejo con muletas es un ejemplar femenino  y si la visita se realiza en otoño, veremos también su fruto, un arilo carnoso que rodea la semilla de color rojo y sabor agradable. Los animales consumen sus frutos y dispersan las semillas favoreciendo su reproducción.
 
Hojas y flores masculinas del tejo
Precisamente el fruto es la única parte de la planta que no es venenosa. El resto contiene alcaloides tóxicos que pueden llegar a provocar la muerte. Por otro lado, el descubrimiento del taxol en la corteza del tejo del Pacífico (taxus brevifolia) como anticancerígeno ha estado a punto de acabar con el árbol. Para tratar a una sola persona hacían falta varios ejemplares adultos por año y en poco más de una década se talaron en EE. UU., más de 4.000.000 de tejos. Afortunadamente, los científicos han podido sintetizar la sustancia y ya no es necesario obtenerla directamente de la planta.


Los ejemplares masculinos y femeninos no se distinguen hasta que no se produce la floración, al final del invierno y principio de la primavera. En los masculinos las flores productoras de polen se agrupan en las axilas de las hojas y son de color anaranjado. En los femeninos la semilla es ovoide y está parcialmente cubierta por un tejido carnoso en forma de copa, llamado arilo, que es de  color rojo vivo al madurar y semejante a una baya. Éste, como ya se ha dicho,  es el que da nombre específico a la planta pues baccata deriva del latín bacca = baya.

Fruto del tejo
El tejo es en efecto una planta muy venenosa cuya acción se debe al alcaloide taxina, que actúa sobre el sistema nervioso produciendo convulsiones, hipotensión, depresión cardíaca y finalmente la muerte. Crónicas romanas hacen referencia a su uso entre astures y cántabros como veneno para suicidarse cuando se sentían inútiles para su pueblo o se sabían vencidos.

Silio Itálico, por ejemplo, cuenta que: ”El pueblo cántabro es invencible ante el frío, el calor y el hambre. Se lleva antes que nadie la palma en toda clase de trabajos. ¡Admirable amor a su pueblo! Cuando la inútil edad senil comienza a encanecerle pone fin a sus años envenenándose con el tejo.”

Los galos también envenenaban sus flechas con veneno de tejo. Julio Cesar en La guerra de las Galias Libro VI cuenta: ”Cativulco, rey de la mitad del país de los eburones, cómplice de los planes de Ambiorix, agobiado por la veeaz, no pudiendo aguatar las fatigas de la guerra ni de la huida, despuáes de lanzar contra aquel toda suerte de maldiciones por haber sido el instigador de aquella intriga, se suicidó con jugo de tejo, árbol del que hay gran abundancia en la Galia y en la Germania.” (Julio César, La guerra de las Galias, libro VI).

 Tejo del Jardín Botánico

Tejos recortados de la Plaza de Oriente
Para terminar e incidir en la trascendencia histórica y cultural que el tejo tiene en nuestro país, una referencia literaria: “En estas pláticas iban, cuando vieron que, por la quiebra que dos altas montañas hacían, bajaban hasta veinte pastores, todos con pellicos de negra lana vestidos y coronados con guirnaldas, que, a lo que después pareció, eran cuál de tejo y cuál de ciprés. Entre seis de ellos traían unas andas, cubiertas de mucha diversidad de flores y de ramos. Lo cual visto por uno de los cabreros, dijo: Aquellos que allí vienen son los que traen el cuerpo de Grisóstomo, y el pie de aquella montaña es el lugar donde él mandó que le enterrasen.”  Inconfundible texto,  de El Ingenioso Hidalgo don Quijote de la Mancha que en el capítulo XIII de la primera parte hace referencia, como no, a la utilización del árbol en una ceremonia funeraria.

Tejo de la Fuente de la Alcachofa

Tejo de la Fuente de la Salud

PARA SABER MÁS

Memorias de un árbol. Guido Mina di Sospiro. RBA editores
El libro del tejo, un proyecto para su conservación. Simón Cortés, Fernando Vasco y Emilio Blanco. Ed. ARBA
El alma de los árboles. Miguel Herrea Uceda. Elam Editores
La magia de los árboles. Ignacio Abella. Ed. Integral
La cultura del tejo. Ignacio Abella. Ed Urueña S.L.

El Retiro, sus orígenes y todo lo demás (1460-1988). Rosario Mariblanca Caneyro. Edita Ayuntamiento de Madrid

Publicado en el mes de junio de 2014