sábado, 14 de noviembre de 2015

ÁRBOL DEL AHORCADO (Casa de Campo)

El Árbol de Ahorcado de la Casa de Campo es un fresno (fraxinus angustifolia) situado junto al arroyo Meaques en la fresneda del Zarzón. Esta fresneda se encuentra en la zona suroeste de la Casa de Campo, próxima a la puerta del Zarzón, por donde el arroyo Meaques entra en la finca. La fresneda del Zarzón y la cercana del Batán, forman sendos bosquetes adehesados por la presión humana y en ellos pueden encontrarse  importantes ejemplares aislados como el que nos ocupa,  acompañados de otra vegetación como majuelos, zarzas y rosales silvestres.

Árbol del Ahorcado
  En su origen, la Casa de Campo formó parte de un plan más amplio del rey Felipe II para acondicionar la Villa de Madrid y convertirla en digna capital de sus reinos.

Así, en 1556, año de la instalación de la corte en Madrid, ya mandó el rey formar un bosque junto a la villa y en la zona más próxima al Alcázar. Unos años después, en 1559 ordenó desde Bruselas a su secretario Juan Vázquez que se pusiera de acuerdo con Gaspar Vega para compar la Casa de Campo de los Vargas, situada en la otra parte del  Manzanares, en el lugar que el rey había elegido para formar el Real Bosque. Desde ese año y hasta el de 1582 se hicieron por orden del rey diversas compras de tierra y fincas próximas a la citada casa de los Vargas con lo que se aumentó considerablemente dicha posesión.


La Casa de Vargas en la actualidad
Posteriormente, Fernando VI y Carlos III añadieron diversas posesiones, siendo este último el que hizo construir la tapia que cerraba la finca, de fábrica de ladrillo y mampostería. También por orden suya se realizaron otras mejoras como la construcción de diversos puentes, uno de los cuales, el de la Culebra se encuentra muy cerca de nuestro árbol.

Pascual Madoz, en su Diccionario Geográfico Estadístico Histórico de 1848 nos cuenta que inicialmente la posesión estaba dividida en cuarteles: de las Torrecillas, de Cobatillas, del Portillo, de los Pinos y de Rodajos, y tenía una extensión de 4.097 fanegas repartidas en  tierra de labranza (480), caminos, arroyos y veredas (520), tres lagos (34), tierra de regadío (450), plantel y jardín (44), huerta (8 y 6 celemines), chaparrales y jarales (242 fanegas), edificios, corrales y patios (6), y terreno de tercera clase, sumamente arenoso y dedicado a la caza (2433), lo que da una idea de los usos a los que estaba destinada la propiedad. En la actualidad su extensión es de 1722,6 hectáreas incluyendo los terrenos del Club de Campo.


Entrada del arroyo Meaques en la Casa de Campo
La Casa de Campo fue una posesión para uso privado de la Casa Real hasta la instauración de la Segunda República, que proclamó, en un decreto del 20 de abril de 1931, la cesión de los terrenos al Ayuntamiento de Madrid. Resulta interesante conocer detalladamente el texto del decreto en el que se proclamaba la cesión y especialmente el artículo primero, donde queda claramente esclarecido a qué debería dedicarse el recinto:

“Artículo primero. Se ceden al Ayuntamiento de Madrid, para que sean destinados a parques de recreo e instrucción, los terrenos de la Casa de Campo, y del Campo del Moro sitos en esta capital. El Ayuntamiento no podrá dedicarlos a uso distinto de los ya expresados, quedando facultado para construir las edificaciones y realizar las transformaciones y mejoras que exija el cumplimiento de la finalidad con la cual se hace la cesión. Acerca de los proyectos de construcciones, transformaciones o mejoras a que se refiere el párrafo anterior deberá el Ayuntamiento ponerse de acuerdo con el Ministerio de Hacienda. La cesión se entenderá de modo que, siendo del Ayuntamiento el dominio de los terrenos de que se trata queda tal dominio condicionado y limitado por la absoluta prohibición de cercenar las áreas actuales de aquellos inmuebles.”

Puente y fuente del olivar
La apertura de la Casa de Campo fue recibida con regocijo por los madrileños que, convertidos en auténtica riada humana, bajaban desde la ciudad a disfrutar de la finca. El ayuntamiento instaló  más de veinte fuentes, trescientos bancos y se construyeron refugios para tormentas. Se plantaron nuevos árboles se saneó y amplio el estanque y se realizaron otras obras para hacer más cómoda la estancia de los nuevos visitantes.


Fuente del pajarito
Sin embargo, unos pocos años después, la Casa de Campo se convertiría  en el escenario principal de la conocida como “batalla de Madrid” y quedó prácticamente arrasada y al finalizar la guerra tuvo que ser cerrada ya que sus terrenos estaban llenos de restos de material bélico y hubo que someterla a una intensa limpieza. Tras la contienda su titularidad pasaría al Patrimonio Nacional, organismo encargado de administrar y conservar las posesiones de la Corona y en 1948 coincidiendo con su reapertura al público, cambió nuevamente la titularidad legal, al pasar los terrenos a propiedad del Estado, aunque transferidos en usufructo al Ayuntamiento de Madrid.

Actualmente ocupan sus terrenos diferentes entidades que, en principio, deben cumplir con el fin que se estableció cuando paso a propiedad pública y que se confirmó en 1948: “Se cede en pleno dominio al Ayuntamiento de Madrid la llamada Casa de Campo, con la obligación por parte de la Corporación de conservarla para solaz y esparcimiento del vecindario, sin que pueda enajenarla, grabarla o destinarla a otros usos de los indicados” (Ley Especial de Madrid de 11 de junio de 1963, disposición transitoria tercera).


Teleférico de Rosales
En 1969 se inauguraron  el Parque Zoológico y el Teleférico de Rosales. El Zoo abrió sus puertas en 1972 y anteriormente otras instituciones habían ocuparon diferentes partes de la Casa de Campo: el Ministerio de Agricultura en 1921, la Sociedad Hípica Club de Campo en 1941 y la Organización Sindical también tuvo su especio para la celebración de la Feria del Campo, la primera en 1951.

Parque de atracciones. Al fondo barrio de Campaamento
Por último, para terminar este rápido repaso a la historia del este importante parque madrileño, cinco veces más grande que el Central Park de Nueva York, es necesario hacer referencia a las medida proteccionistas que desde finales del siglo XX se vienen tomando para librarle del “exceso de aprecio” de los ciudadanos. El aislamiento de determinadas zonas para posibilitar su regeneración de forma natural (principalmente el encinar de San Pedro) y la progresiva reducción del tráfico rodado, parecen prometer un futuro posible que se estaba viendo seriamente amenazado por las ingentes cantidades de vehículos y personas que ocupaban hasta el más recóndito de sus lugares. Ahora, hasta esos lugares más alejados de las zonas centrales sólo llegan paseantes y ciclistas causando, evidentemente, menos daño.

Puente de la Culebra

Puente de la Culebra
Decíamos antes, que en la zona del Zarzón y muy cerca del puente de la Culebra, obra del genial Sabatini y de la entrada del Meaques en la finca, se encuentra el Árbol del Ahorcado, bautizado de esa manera por los vecinos de la cercana barriada de Campamento, principales usuarios, por su proximidad, de esta parte de la zona verde. Se trata de un árbol que tenía unos 5 metros de perímetro con cinco enormes ramas, de las que se han perdido dos, y con una de ellas con una forma propicia para recibir tal denominación. Esta posición de las ramas, prácticamente horizontal al suelo, es típica de este árbol, como podemos comprobar unos metros más allá en otro ejemplar más joven y mejor conservado. 

Todos los niños de los alrededores han utilizado el árbol como punto de encuentro donde iniciar sus imaginarias aventuras en las tardes de los fines de semana, cuando el juego al aire libre y en compañía de los amigos era la manera habitual de ocupar el tiempo libre.


Árbol del Ahorcado visto desde el este.
Pese a su delicado estado actual, nos podemos hacer una idea de su tamaño y porte, que podemos confirmar con otro fresno que le acompaña con mejor fortuna. El Árbol del Ahorcado es un ejemplar incluido en el catálogo de árboles singulares de de la Comunidad de Madrid. En la casa de Campo existen otros árboles singulares que, en número de dieciséis, convierten el recinto en uno de los que más ejemplares puede mostrar.  


Árbol del Ahorcado visto desde el oeste.
 El fresno es un árbol que puede llegar a los 20 metros de altura, aunque el aprovechamiento de sus hojas como alimento para el ganado y de sus ramas para cestería, ha hecho que haya sido sometido a podas habituales, conocidas como desmoches, alcanzando menos altura y ensanchándose más. Crece rápidamente y, por tanto, no es demasiado longevo. No es corriente encontrar árboles de más de 150 años y casi siempre con los troncos agrietados, ahuecados o semiderruidos.

La corteza del tronco es de color grisáceo y muy rugosa, aunque en su juventud tiene una apariencia más lisa. Su madera, blanca, resistente y elástica era muy utilizada para la construcción de carros y mangos de herramientas. También es muy apreciada en ebanistería por su bonito veteado y suavidad al tacto. La leña y el carbón han sido combustibles muy apreciados y utilizados por los vecinos. Pero, sin duda, su utilidad mayor para las personas que buscaban su compañía, ha sido su utilización como alimento para los animales. Cada un cierto número de años eran podados para aprovechar sus ramas, su leña y sus hojas. Esta actividad humana ha configurado de tal modo la existencia de estos árboles, que les ha proporcionado su inconfundible apariencia: un grueso tronco a partir del que brotaban algunas gruesas ramas (en el del Ahorcado eran cinco), y de éstas, otras mucho más finas que eran las que sufrían la poda. Cuando es abandonado el desmoche, estas ramillas se han hecho más gruesas y resistentes y el árbol ha aumentado en altura. Pero si nos fijamos un poco, podemos distinguir claramente el límite entre las ramas originales y las que son el resultado del crecimiento tras el abandono del desmoche.


Fresno de la zona del Batán

Fresnos de la zona del Batán
En definitiva, se trata de un árbol muy cercano al ser humano (con el que comparte la necesidad de agua abundante) y del que se aprovecha todo. Vivir cerca de un fresno, era sinónimo de lo que hoy en día denominamos calidad de vida. Podemos ver, a modo de ejemplo, la poesía de José María Gabriel y Galán, “Sibarita”, escrita en un dialecto extremeño:

¡A mí n'ámas me gusta 
que dali gustu al cuerpo!
Si yo fuera bien rico, 
jacía n'ámas eso: 
jechalmi güenas siestas 
embajo de los fresnos, 
jartalmi de gaspachos 
con güevos y poleos, 
cascalmi güenos fritis 
con bolas y pimientos, 
mercal un güen caballo, 
tenel un jornalero 
que to me lo jiciera 
pa estalmi yo bien quieto, 
andal bien jateao, 
jechal cá instanti medio, 
fumal de nuevi perras 
y andalmi de paseo 
lo mesmo que los curas, 
lo mesmo que los médicos...
Si yo fuera bien rico, 
jacía n'ámas eso, 
¡que a mí n'ámas me gusta 
que dali gustu al cuerpo!

Las hojas del fresno son compuestas, formadas por pares de foliolos (5, 7 y hasta 9 foliolos) con uno de ellos al final y colocadas en la rama una frente a otra. Abandonan el árbol al inicio del invierno y vuelven a brotar al principio de la primavera, algo después de producirse la floración. Las flores pueden ser de un solo sexo o hermafroditas y producen un fruto en forma de sámara (bolita aplanada que se prolonga por un lado con una especie de ala para favorecer la dispersión de la semilla) que madurará a finales del verano o principio del otoño.


Frutos y hojas del fresno

Además de su aprovechamiento por los vecinos humanos, otro tipo de vecinos, desde una gran variedad de insectos, hasta animales del tamaño de la gineta, pasando por aves e incluso especies tan singulares como la rata de agua, también son habituales huéspedes del árbol y ocupan sus diferentes partes en las distintas estaciones del año. 

Este fresno, conocido también como fresno de hoja estrecha o fresno del sur, es un árbol que necesita mucha humedad, por lo que es habitual en las márgenes de corrientes de agua. En la casa de Campo, las riberas del arroyo Meaques y del Antequina son sus emplazamientos favoritos. También le gustan las altitudes medias, encontrándose con facilidad  entre los 600 y los 1200 metros. Es un árbol bastante común en la Comunidad de Madrid y no es extraño encontrar nombres de pueblos que hacen alusión al mismo: Aldea del Fresno, Fresnedillas de la Oliva o Fresno de Torote son muestra de ello. En el resto de la Península Ibérica, aunque podemos encontrarle en casi todas la provincias, es más habitual de la mitad meridional. Más al norte se encuentra preferentemente su primo, el Fraxunus excelsior, fresno común. También podemos verlo con relativa facilidad en el en el sur de Europa, suroeste de Asia y noroeste de África.
 
Fresneda del Batán
Su nombre castellano deriva del nombre latino fraxinus (fresno) y el específico, angustifolia, hace referencia a la estrechez de sus hojas. Algunos autores hacen referencia a que el nombre latino procede a su vez del griego “phraxis”,aludiendo a la facilidad con que se puede rajar.

Como todos los árboles, el fresno también ha dado lugar a numerosas leyendas y creencias populares. En muchos lugares, las hojas del fresno eran tenidas por excelente antídoto ante la mordedura de las serpientes, por lo que no sólo se utilizaban sus hojas machadas como pretendido antídoto sino que también se alababa su sombra como espacio seguro ante el ataque de estos reptiles.

Los druidas celtas invocaban al fresno para pedir una lluvia mansa que fertilizase los campos. Algo más cerca, en algunos lugares del norte de España y especialmente Euskadi o Navarra, la creencia de que espantaba al rayo, unido a su proximidad a cauces fluviales, hizo que se construyeran cerca de ellos primero casas y luego poblados enteros, como parecen demostrar ciertos topónimos: Lizarra (tierra de fresnos), Lizárraga o Lizartza que derivan de la palabra vasca lizarr, que significa fresno.


Fresnos del Zarzón

 También la mitología griega incluye el fresno en uno de los relatos más trascendentes de su enorme colección de mitos. Nos refiere como el padre de Aquiles, Peleo, recibió como regalo de boda de la diosa Tetis una lanza de madera de fresno, pulida por Atenea, de un árbol de la cima del monte Pelión. Peleo se enamoró de la nereida Tetis y pide ayuda al centauro Quirón para enamorarla (artimañas habituales en la mitología griega que suelen tener trágicas consecuencias). Quirón aconsejó a Peleo que buscase a la ninfa del mar cuando estuviera dormida en la cueva a la que solía ir, y la sujetase fuertemente para evitar que escapase cambiando de forma. Efectivamente, Tetis para escapar de su pretendiente se transformará primero en llama y luego en león, pero Peleo se mantuvo firme y Tetis consintió en casarse con él.
Peleo y Tetis se casaron en la cueva de Quirón en presencia de toda la nobleza griega e incluso de los propios dioses del Olimpo. Durante la ceremonia Peleo recibió del centauro, una lanza de fresno y otros regalos de los asistentes, pero Iris, la diosa de la discordia, que no había sido invitada a la ceremonia, urdió un plan para vengarse: buscó una manzana de oro, grabó en ella el mensaje “para la más hermosa” y la arrojó entre Hera, Atenea y Afrodita (¡vaya trío!). Dado que  cada una de ella creía merecer dicha ofrenda, acudieron a un juez aparentemente neutral, el mortal Paris, para que decidiera quien era la destinataria de la manzana de la discordia. La decisión de Paris desataría numerosos conflictos posteriores y, finalmente, la Guerra de Troya. 


Fresno con rama horizontal

Pero es la mitología escandinava la que posee un conjunto mitológico más complejo en torno a este árbol. El fresno es el Árbol del Mundo, un gigantesco árbol llamado Yggdrasil, cuyas raíces se hunden en el mundo subterráneo y cuyas ramas ascienden al cielo de Asgard. Se trata del árbol de la vida, donde se albergan los nueve mundos y de cuya corteza nació Ask, el primer hombre, creado por Odín, el dios de la guerra y sus hermanos Hoener y Loeder. El dios del trueno, Thor estaba simbolizado por su enorme martillo mágico y por una lanza de fresno. Debido a su confianza en el fresno los vikingos se ganaron el nombre de “hombres del fresno”

Puente "Colorao" junto al encinar de San Pedro

En fin, un paseo por los caminos de la Casa de Campo es actualmente una experiencia muy recomendable, sobre todo si nos alejamos de los alrededores “más civilizados”, entiéndase el eje Lago-Zoológico. Si abandonamos el coche en el aparcamiento del Zoo, o accedemos desde la estación de metro Casa de Campo, enseguida encontraremos el arroyo Meaques y siguiéndolo hacia el oeste, a contracorriente, nos internaremos en la fresneda y podremos apreciar el bosque de ribera en su totalidad sabiendo que al final encontraremos el inconfundible árbol de Ahorcado y un poco más allá el puente de la Culebra y otro árbol impresionante y también protegido, la encina del Zarzón. Pero ésta la dejaremos para otra ocasión.


PARA SABER MÁS

·         La Casa de Campo. Más de un millón de años de historia. José Luis Fernández y otros. Ayuntamiento de Madrid 2003
·         Diccionario Geográfico Estadístico Histórico de Pascual Madoz (1848)





sábado, 7 de noviembre de 2015

CIPRÉS CALVO - CIPRÉS DE LOS PANTANOS del PALACIO DE CRISTAL

CIPRÉS CALVO O CIPRÉS DE LOS PANTANOS
Estanque del Palacio de Cristal del parque del Retiro

El ciprés de los pantanos, también conocido como ciprés calvo, no es un árbol enraizado en nuestra cultura. Es un árbol extranjero, que fue introducido en Europa en 1640 por el naturalista inglés John Tradescant (1608-1662), jardinero jefe de los jardines del rey Carlos I de Inglaterra, situados en Queen's House, Greenwich. Pero, a diferencia de otras especies foráneas, su implantación ha quedado muy reducida y limitada a zonas ajardinadas con abundante presencia de agua. Nada que ver con sus paisajes originales, en el cuadrante sud-este de los Estados Unidos, donde forma amplios bosques en zonas pantanosas. Es el árbol emblema del estado de Lousiana, y también lo podemos encontrar en Carolina del SurIllinois, MisisipiFlorida y Texas.

Pabellón de Cristal y estanque
Sin embargo, su escasa presencia en nuestra ciudad se ve compensada con la singularidad y belleza de éstos que podemos observar en el estanque del Pabellón de Cristal y que les hace merecedores de aparecer en estas páginas. Por otro lado, investigaciones recientes han encontrado en Europa, concretamente en Hungría, restos fósiles de hace varios millones de años, por lo que no es descabellado suponer que una especie similar ocupó territorios europeos en el Mioceno. Una vez más, comprobamos que tanto en árboles como en personas, el concepto extranjería es relativo.

En efecto, emergiendo del agua y junto con el propio Palacio de Cristal, componen una verdadera  "imagen de postal” que sorprende a todos los visitantes, tanto por el conjunto en sí, como por el cambio de colorido que sus hojas adoptan a lo largo del año, que hace imprescindible más de una visita.

La historia del Pabellón/Palacio de Cristal del parque del Retiro y de su entorno inmediato tiene un origen similar a la del Palacio de Velázquez (ver artículo sobre el tejo publicado en esta revista, en su número 17 de  abril de 2014). Efectivamente, en 1885 se piensa de nuevo en la organización de una  Exposición en el parque, en esta ocasión sobre las Islas Filipinas, y en la construcción de un pabellón, a modo de invernadero como complemento de la misma.


Ciprés calvo cercano a la gruta en noviembre
Sale a concurso el proyecto y de nuevo es Ricardo Velázquez Bosco quien lo consigue, con la colaboración de Bernardo Asins, diseñador de la estructura. Entre los dos construyen, tomando como punto de partida el Crystal Palace de Hyde Park en Londres, de Joseph Paxton, y el mercado de Les Halles de Paris, de Victor Baltard, el que probablemente sea el edificio más bello y elegante de todo el parque del Retiro.

Ricardo Velázquez ya había demostrado su pericia como restaurador de edificios notables como la catedral de Burgos, la Mezquita cordobesa o la Alhambra de Granada, y cómo arquitecto madrileño, dirigiendo la edificación del Palacio de la Minería (hoy conocido como Palacio de Velázquez) en 1883, el Ministerio de Fomento (hoy de Agricultura) en 1886 o la reparación del Casón del Buen Retiro. También había demostrado ampliamente su capacidad para combinar hierro, ladrillo y cristal y para incluir elementos innovadores como la presencia de cerámica en sus edificios, y era por tanto el más adecuado para acometer la realización de ese invernadero que, como edificio temporal, debía tener un carácter etéreo y frágil, al mismo tiempo que armónico y bello.  Fue el propio ministro de Ultramar, Víctor Balaguer, impulsor del evento, quien en un oficio ministerial indicaba:  “…fue levantado con carácter provisional (...) con el propósito de desmontarlo a la terminación del Certamen y enviarlo a Manila, en cuya población debía celebrarse una Exposición de productos peninsulares que diese idea de las producciones agrícola, industrial, artística y de todos géneros en nuestra Patria, para fomentar el comercio de la Metrópoli con el Archipiélago”. Esta última intención, evidentemente,  no se llevo a cabo, y el pabellón-estufa quedó convertido al término de la exposición, en un simple almacén de aperos de labranza y objetos de gran volumen del vecino Museo-Biblioteca de Ultramar, situado en el Palacio de Velázquez.

Ciprés calvo cercano a la escalinata del palacio
En el interior del pabellón se instaló un pequeño estanque que, a través de una decena de surtidores, proporcionaba humedad suficiente para mantener en buenas condiciones la exuberante vegetación que allí se concentró. En el exterior se construyó el estanque, que se adornó con especies exóticas y se dotó de canoas tagalas, para pasear a los visitantes y sorprenderles con efectos teatrales como la aparición de caimanes disecados en el agua. Junto al edificio, completando el efecto escénico, y como punto de unión con el estanque, se construyó también la balaustrada de piedra y la escalinata. Por último, en el lado sur, junto a la gruta, se erigió el Pabellón Real, curioso y original exponente de la arquitectura oriental hoy desaparecido.

Balaustrada
En el exterior, por todo el Campo Grande, se instalaron tribus aborígenes, alojadas en chozas que a modo de museo viviente mostraban a los visitantes sus vestidos, costumbres, bailes, juegos e incluso simulacros guerreros. En total fueron unos 40 filipinos que se trasladaron desde Manila vía Barcelona y representaban diferentes etnias de las Islas.

La Exposición se inauguró el día 30 de junio de 1887 con la presencia de la Reina Regente María Cristina de Habsburgo. Y eso a pesar de que un año antes, el 12 de mayo de 1886 una impresionante tormenta de truenos y relámpagos, seguida de granizo y un potentísimo vendaval, asoló el parque y zonas cercanas. El conocido como ciclón de 1886 dejó tras su paso una profunda huella en edificios, jardines y personas, ya que causó varios fallecimientos. En el parque los destrozos fueron considerables: fue tan grande el número de árboles abatidos que el Ayuntamiento permitió su utilización como leña para la calefacción de las instalaciones municipales, para facilitar la limpieza del recinto. La peor parte se la llevó la zona del Parterre, el Palacio de la Minería, el Casón, el Jardín Botánico e incluso los Jerónimos, pero también las zonas ajardinadas quedaron prácticamente arrasadas y murieron varios animales del Jardín Zoológico.
 
Ciprés calvo cercano a la gruta en junio
Y sin embargo, menos de un año después, todo estaba en orden y la Exposición de Filipinas se abre al público constituyendo un auténtico acontecimiento social por el exotismo de su contenido. Fue muy visitada por los madrileños, hasta el punto que la organización puso a su disposición un tranvía que desde la Plaza de la Independencia se dirigía a la zona de la Exposición por la zona norte del parque, bordeando el Gran Estanque.

No obstante, tanto entusiasmo nacionalista no compensó los enormes gastos que la Exposición supuso y mucho menos hacía intuir los próximo acontecimientos que pocos años después (diciembre de 1898) terminarían con la pérdida del dominio de aquellas lejanas tierras, como refleja el Acuerdo de Paris de 10 de diciembre de 1898:

Art. 1°. España renuncia a todo derecho de soberanía y propiedad sobre Cuba. En atención a que dicha isla, cuando sea evacuada por España, va a ser ocupada por los Estados Unidos, éstos, mientras dure su ocupación, tomarán sobre sí y cumplirán las obligaciones que, por el hecho de ocuparla, les impuso el derecho internacional (...)
Art 2°. España cede a los Estados Unidos la isla de Puerto Rico y las demás que están ahora bajo su soberanía en las Indias Occidentales, y la isla de Guam en el archipiélago de las Marianas o Ladrones.
Art. 3°. España cede a los Estados Unidos el archipiélago conocido por las islas Filipinas (...).
Art 5°. Los Estados Unidos, (...) transportarán a España, a su costa, a los soldados españoles que hicieron prisioneros de guerra las fuerzas estadounidenses al ser capturada Manila. (Fuente: Wikipedia)

 Ciprés calvo catalogado como árbol singular de la Comunidad de Madrid

Volviendo a nuestro árbol, en el estanque podemos ver una decena de ejemplares, de los que uno, el más grande, fue incluido en el Catálogo de Árboles Singulares de la Comunidad de Madrid en 1992.

Se trata de un árbol de hoja caduca, por tanto, pese a su nombre popular, no tiene nada que ver con los cipreses. En condiciones favorables puede llegar a una altura de 30 a 45 metros. Tiene el tronco recto y la copa de forma piramidal, sobre todo en los ejemplares jóvenes. La madera es ligera, de color rojo oscuro, fácil de trabajar y muy duradera. Es utilizada para construcciones a la intemperie o en contacto con el agua: cubas, tanques de agua, barcos; y también en ebanistería.

Una característica típica de estos árboles es el engrosamiento de la parte inferior del tronco, la que se encuentra en contacto con el agua y, aunque en estos ejemplares del Retiro no puede apreciarse, la aparición a su alrededor de apéndices leñosos que salen del suelo, superan el nivel del agua y pueden llegar a alcanzar el metro de altura. Son los neumatóforos, una prolongación de las raíces, huecos por dentro, que permiten obtener el necesario complemento de oxígeno por encima del nivel del agua. En cualquier película rodada en las zonas pantanosas de Estados Unidos  podremos ver como los esforzados soldados confederados o de la unión, se desplazan por el agua sorteando troncos de estos árboles y lo que parecen unas estacas clavadas en el suelo que no son otra cosa que las referidas prolongaciones de sus raíces.

Cipreses calvos en otoño
Es un árbol de crecimiento lento que puede alcanzar los 500 o 600 años de vida y necesita estar bien soleado. En su hábitat natural crece, como ya ha quedado reflejado, en zonas encharcadas. También puede vivir en terrenos secos siempre que sus raíces tengan agua permanentemente.

Como ya se ha dicho. las hojas son caducas, el ciprés calvo es una de las pocas coníferas de hoja caduca, tienen forma de aguja, aplanadas y aparecen en dos filas. De color verde claro para luego, antes de caer, adquirir un tono marrón-rojizo que proporciona al árbol un espectacular aspecto otoñal. Florece en marzo-abril apareciendo en el mismo árbol las flores femeninas y masculinas y producen una pequeña piña de forma esférica, de unos 2-3 centímetros de diámetro en cuyo interior encontramos pequeños piñones de forma triangular. 

Hojas, flores y frutos

Hojas, flores y frutos
Su nombre científico taxodium distichum, nos recuerda su parentesco con otro espectacular árbol de Retiro, el Ahuehuete del Parterre (taxodium mucronatum), del que ya se ha escrito en La Gatera. Taxodium, hace referencia a su parecido con otro famoso árbol, el tejo (taxus baccata) y distichum procede del griego distichos, colocado en dos filas, indicando la disposición de las hojas en la rama.

En cuanto a los nombres comunes, ciprés de los pantanos y ciprés calvo, tienen que ver con el lugar en que vive y con el hecho de que, a diferencia del ciprés, se desprende de sus hojas, quedando las ramas al descubierto durante el invierno.

Ciprés calvo del jardín de Cecilio Rodríguez

Su presencia en Madrid es muy escasa. De hecho sólo estos del estanque tienen relevancia. Dentro del recinto del retiro podemos ver uno más, en los jardines de Cecilio Rodríguez, en un alcorque seco junto a un pequeño estanque. Hay varios más en diferentes jardines particulares de la ciudad y podemos hacer referencia a algunos interesantes ejemplares que se encuentran en la zona ajardinada  de la calle García de Paredes, esquina paseo de la Castellana, junto al edificio de La Caixa.

Y eso es todo. Como se ve con claridad, no se trata de un árbol con presencia relevante en Madrid ni en España, pero estos del Pabellón de Cristal son espectaculares y todos los que se aproximan al estanque no pueden evitar admirar su porte, su cambiante colorido y su capacidad para vivir dentro del agua.

Ciprés calvo y Palacio de Cristal

PARA SABER MÁS

El Retiro. Sus orígenes y todo lo demás. Rosario Mariblanca Caneyro. Ayuntamiento de Madrid 1991.
La "estufa fría" en la Exposición de Filipinas. El Palacio de Cristal del Retiro ante una nueva etapa. Ángeles Blanco García y Mª Luisa Carrero Navarro. Doc. digital UCM.
Guerra hispano-estadounidense (Wikipedia http://es.wikipedia.org/wiki/Guerra_hispano-estadounidense#Consecuencias)


Publicado en la primavera del año 2015



miércoles, 12 de noviembre de 2014

LAUREL DE CIBELES

Laurel de la Plaza de Cibeles

El laurel de la plaza de Cibeles es un árbol o arbusto perenne, que se encuentra situado en el paseo central del Paseo del Prado, muy cerca de la fuente que da nombre a dicha plaza. La plaza de Cibeles empezó denominándose Plaza de Madrid hasta que en 1900 el ayuntamiento cambió su nombre por el de Plaza de Castelar. Posteriormente, tras la Guerra Civil, cambió nuevamente pasando a denominarse como en la actualidad.

 Laurel de Cibeles. Al fondo el Palacio de Linares
Como consecuencia de la transformación urbanística que en tiempos de Carlos III tuvo lugar en la zona, conocida entonces como Salón del Prado, en el paseo de Recoletos, junto al palacio de Buenavista se  instaló la fuente de la diosa Cibeles, en 1782, mirando hacia su  vecina de Neptuno, por cierto, también rodeada de laureles, y en 1895 se trasladó al centro del cruce de las calles Alcalá y Recoletos, en su ubicación actual.

Esta fuente, la popular Cibeles, es uno de los símbolos más reconocidos de nuestra ciudad, en rivalidad con la cercana puerta de Alcalá y la también cercana aunque no tanto Puerta del Sol.

Fuente de Cibeles. Por encima de la arboleda asoma el Palacio de Buenavista
La fuente fue diseñada por Ventura Rodríguez con el doble objetivo ornamental y funcional. Así, durante mucho tiempo, el agua de la fuente proveía a los madrileños del imprescindible líquido y de ella se surtían aguadores profesionales y vecinos. La ejecución fue de los escultores Francisco Gutiérrez Arribas (la diosa y el carro) y Roberto de Michel (los leones), que contaron con la colaboración de Miguel Ximénez (cenefas decorativas del carro).

La diosa Cibeles, símbolo de la Tierra, la agricultura y la fecundidad, con un cetro en su mano derecha y una llave en la otra, está montada en un carro tirado por dos leones. Estos leones representan a Hipómenes y Atalanta convertidos por Zeus en animales y obligados a tirar del carro de Cibeles. Atalanta, joven cazadora del grupo de Diana, retaba a sus pretendientes a una carrera en la que debían vencerla para conseguir su mano. Hipómenes, enamorado de la joven consigue vencerla gracias a la ayuda de Afrodita, que le entrega unas manzanas que va tirando durante la carrera y consigue así que Atlanta se entretenga recogiéndolas. Pero, como la felicitad en los mitos de la antigüedad suele tener un coste, los jóvenes consuman su amor en el templo de Cibeles quien, enfurecida por el sacrilegio, informa a Zeus y éste les convierte en leones. 

Fuente de Cibeles
De todos es conocido el vínculo existente entre la fuente y su vecina de Neptuno y determinadas celebraciones deportivas, que en alguna ocasión ha tenido graves consecuencias para la escultura. Lo que ya no sabe todo el mundo es que existen dos réplicas exactas en dos lejanos lugares: en el cruce de las calles Oaxaca, Medellín y el Oro, en la ciudad de México, inaugurada en 1980 como símbolo de hermandad entre la comunidad española y la mexicana; y en la Plaza Presidencial de una zona residencial de Pekín

En la plaza de la Cibeles también es necesario hacer referencia a los edificios que ocupan sus cuatro esquinas, ya que se trata de cuatro construcciones con una importante historia a sus espaldas y un presente trascendente. Economía, gobierno municipal, gobierno militar y cultura hispana podrían ser los cuatro capítulos que atienden estos edificios: Banco de España, Ayuntamiento de Madrid, Cuartel General del Ejército y Casa de América.

La Plaza de Cibeles desde la torre del Palacio de Cibeles
Pero primero vayamos con nuestro árbol.

Como ya se ha dicho anteriormente, la primera duda es si colocarle en el grupo de los árboles o el de los arbustos. Efectivamente, el laurel, laurus nobilis, tiene más apariencia de arbusto, pero algunos ejemplares en algunos lugares, pueden llegar a adquirir las dimensiones y aspecto de un árbol con todas las de la ley. Dejémoslo a gusto del observador.

En cambio nadie duda sobre su alcurnia y los altos designios que ha desempañado a lo largo de la historia. Ya su nombre específico, nobilis, hace referencia a este aspecto y a nadie se le escapa que era con ramas laurel con lo que se reconocía en la antigüedad los méritos de los militares, deportistas y otras celebridades y como se extendió esta costumbre hasta tiempos moderno. Napoleón, por ejemplo, admirador ferviente de los césares romanos y de sus simbolismos, gustaba aparecer en sus ceremonias coronado con las ramas de laurel y así quedó plasmado en multitud de retratos.. Sin olvidar su incorporación a nuestro lenguaje en forma de frases hechas: cosechar laureles, cargado de laureles, dormirse en los laureles, cum laude, etc. En la Edad media se llamaba baccaleauriatis al estudiante que adquiría los conocimientos impartidos en las primitivas universidades, en referencia a la corona de laurel con la que se reconocía su capacitación y en esta denominación está el origen del nombre del actual bachillerato.

El laurel y el Palacio de Cibeles
El laurel de Cibeles forma un pequeño bosquete con multitud de tallos que se entremezclan dando la apariencia de un único ejemplar, percepción a la que contribuye la forma artificial de su copa. Solitario, asilado de otras plantas, aporta el toque natural a este lugar cargado de historia y eje económico y social de la ciudad. 

El laurel es, en general, un árbol de poca altura, raramente sobrepasa los 10 metros, con una copa densa e irregular, aunque en la mayoría de los ejemplares urbanos esto último depende de la poda a la que estén sometidos, dada su función ornamental. Las hojas duras y correosas, acompañan durante todo el tiempo al árbol y son de color verde, oscuro por el haz y más pálido por el envés. Cuando se estrujan, desprenden un aroma intenso y característico y con ellas se aderezan infinidad de guisos en la conocida cocina mediterránea, ya que aportan un aroma y un sabor inconfundible y facilitan la digestión.

Aunque actualmente es fácil disponer de ellas, en cualquier frutería nos las proporcionarán encantados, aunque sólo en algunas gratuitamente,  recuerdo que antes, en nuestros pueblos de origen, era aun más sencillo: bastaba con salir de casa, dirigirnos  al arbusto más cercano y servirnos. También se ha dado a la hoja de laurel un uso medicinal como tónico estomacal que estimula el apetito y ayuda a eliminar los gases y como purgante intestinal al contribuir a la expulsión de la bilis.  Desde el punto de vista religioso, son muchos lugares de España en los que las ramas de laurel se llevan a la iglesia el domingo de Ramos, para ser bendecidas posteriormente guardadas posteriormente en la casa durante los meses siguientes para ir utilizando sus hojas en la cocina. 

Laurel de Cibeles en plena floración
Hay laureles macho y hembra difíciles de diferenciar por el profano ya que los dos presentan la floración de finales de febrero a mayo y son flores muy parecidas.  El fruto, con forma ovoide, como una pequeña aceituna, primero negra y luego violeta, aparece en septiembre u octubre. Antiguamente de ellos se obtenía un aceite denominado manteca de laurel que se usaba para aliviar las inflamaciones de los huesos y las articulaciones.

Dada su gran extensión es difícil conocer su área de procedencia aunque todo apunta a la zona mediterránea, donde ha sido cultivado desde la antigüedad. Cuando puede elegir le gustan los lugares sombríos y húmedos, a orillas de arroyos y ríos y prefiere los climas suaves, sin sequía acusada y con pocas heladas.

Húmedo está, bajo el laurel, el banco
de verdinosa piedra; 
lavó la lluvia, sobre el muro blanco, 
las empolvadas hojas de la hiedra. 
                           Antonio  Machado


En la Península Ibérica podemos ver laureles en cualquier provincia, aunque sus mejores ejemplares se encuentran  en la zona atlántica y cantábrica. En estos lugares es frecuente encontrarle formando setos al borde de los caminos o en los límites entre fincas o prados.
Ello no evita que aparezca en la tradición popular de todas las zonas, incluidas las más sureñas. A modo de ejemplo, podemos reflejar la siguiente copla andaluza:

Entre los árboles todos
se señorea el laurel,
entre las mujeres Ana,
y entre flores el clavel.
Eres delgada de talle,
como junco de ribera:
de las niñas de tu calle
tú te llevas la bandera.
Tienes una cinturita
que parece contrabando:
yo, como contrabandista,
por ella vengo penando.
Morenita agraciada,
quítate el manto;
no por ser agraciada
te tapes tanto.
 



Además, como árbol decorativo podemos encontrar laureles en multitud de parques y jardines adquiriendo diversas formas, con preferencia redondeadas y cónicas. En la propia zona de la plaza de Cibeles, si miramos hacia la fuente, la veremos acompañada de pequeños laureles redondeados, que se prolongan por la mediana de la calle Alcalá hasta la misma Puerta. Y si  avanzamos por la calle de Alcalá y entramos en el Retiro por la Puerta de Madrid, veremos a ambos lados del Paseo de Coches unos espléndidos ejemplares. La Fuente de Neptuno, como ya se ha dicho, también está rodeada de laureles y lugares tan emblemáticos como la Plaza de Oriente o el Parterre del Parque del Retiro también cuentan con su presencia.

Laureles del Parterre del Retiro

 Laureles del Paseo de Coches del Retiro
Pero no podemos abandonar la plaza sin hacer referencia como se anunciaba al principio a los cuatro edificios  que la limitan. También es recomendable subir a lo alto del Palacio de Cibeles, sede actual del ayuntamiento de la ciudad para tener una amplia vista de la plaza y de gran parte de la ciudad.

Empecemos entonces por esté edificio.

El actual Palacio de Cibeles, último de los edificios que se inauguró en la plaza, fue Palacio de Comunicaciones o de Correos hasta el año 2007, en que empezó a albergar dependencias municipales y empezó a denominarse oficialmente Palacio de Cibeles en el año 2011.

Su función hasta ese momento era la de  albergar los servicios generales de telegrafía, telefonía y, especialmente, sobre todo en los últimos años, de correos. La primera piedra se puso en el año 1907 en unos terrenos pertenecientes a los Jardines del Buen Retiro, generando cierta polémica por privar a Madrid de un espacio de recreo. Los arquitectos fueron Antonio Palacios y Joaquín Otamendi que con este proyecto iniciaron una brillante carrera profesional, y los motivos ornamentales fueron responsabilidad del escultor Ángel García Díaz.

 Palacio de Cibeles
Fue inaugurado por los reyes, Alfonso XIII y Victoria Eugenia, convirtiéndose en el centro neurálgico de las comunicaciones de Madrid a comienzos del siglo XX. El edificio constaba de dos partes separadas por el pasaje de Alcorcón, conocido popularmente como la calle del correo y actualmente cubierto por bóvedas de cristal. La parte que da a la plaza de Cibeles, donde se encuentra la entrada principal, era propiamente la Central de Correos, Telégrafos y Teléfonos, y la otra, al otro lado del pasaje, la Dirección General.

El Palacio de Comunicaciones fue construido para sustituir la antigua Real Casa de Correos que se encontraba en la Puerta del Sol, construida en la segunda mitad del siglo XVIII y actualmente sede del gobierno de la Comunidad de Madrid (anteriormente Ministerio de la Gobernación). Esta edificación situada en el centro de la ciudad, no estaba preparada para asumir el reto que el avance de las comunicaciones requería e hizo necesario un nuevo espacio, más accesible y moderno.

El cambio en las comunicaciones, desaparición del telégrafo, disminución del correo postal, aparición de la comunicación a través de internet, etc., fue haciendo perder importancia a las funciones primitivas del Palacio y fue adquirido por el Ayuntamiento de Madrid para ubicar en él dependencias municipales y convertirlo en su sede oficial y en un importante centro cultural. 

Y del edificio más reciente, al más antiguo, Se trata del Palacio de Buenavista, cuyo origen se remonta a 1767, cuando Fernando de Silva y Álvarez de Toledo (1714-1776), XII Duque de Alba y Tormes, compra a la Familia Real la finca conocida como Altillo de Buenavista. Aunque sería su heredera, María del Pilar Teresa Cayetana de Silva Álvarez de Toledo (1762-1802), XIII duquesa de Alba quien en 1777 encargó la construcción del palacio a Pedro de Arnal, y en él vivió habitualmente junto a su marido José Álvarez de Toledo y Gonzaga, jefe de la Casa de Medina Sidonia.

 Palacio de Buenavista
En 1802, tras la muerte sin herederos directos de la duquesa el palacio se desvincula de la Casa de Alba y en 1807 pasa, a través de una expropiación, a manos del Duque de Alcudia, Manuel Godoy, aunque cuando perdió el poder volvió a manos de la Familia Real.

Tras los revueltos tiempos de la Guerra de la Independencia y posterior restauración borbónica a cargo de Fernando VII, el palacio pasó al Ejército, en 1847, convirtiéndose en Ministerio de Guerra. Actualmente es la sede del Cuartel General del Ejército.

Gran cantidad de acontecimientos históricos se fraguaron en sus estancias. No olvidemos que en él habitaron, entre otros, Espartero, Prim, Primo de Rivera o Manuel Azaña. En él murió el General Prim, en extrañas circunstancias y tras el atentado que sufrió en la cercana calle del Turco (hoy Marqués de Cubas, junto al actual Banco de España). En su fachada norte, todavía están presentes los impactos de proyectiles lanzados sobre el Ministerio de la Guerra de Azaña durante la Sanjurjada del 10 de agosto de 1932. Más recientemente, durante el 23-F, el entonces jefe de Estado Mayor del Ejército, general José Gabeiras, se reunió aquí con sus mandos militares para planificar el contragolpe.

Sus paredes están adornadas con verdaderas joyas de arte español, y su jardín, iniciativa del propio Prim, contiene gran variedad de árboles entre los que se encuentran ejemplares  centenarios, alguno catalogado como Árbol Singular por la Comunidad de Madrid.

Siguiendo el sentido de las agujas del reloj, entre el palacio de Buenavista  y el de Cibeles se encuentra el Palacio de Linares. 
                                     
Este palacio, fue construido por José de Murga y Reolid y Raimunda de Osorio y Ortega, Marqueses de Linares, en los terrenos que compraron al Ayuntamiento de Madrid en 1872, donde se encontraba el antiguo Pósito Real de Madrid y los Molinos de Plata.

De su construcción se encargó el arquitecto Carlos Colubi siguiendo los diseños del arquitecto francés Adolf Ombrecht. Los Marqueses se mudaron al edificio en 1884, aunque la construcción finalizó completamente en 1890.

Palacio de Linares
Tras la muerte de los marqueses, el palacio fue heredado por su ahijada, Raimunda Avecilla y Aguado, hija de su administrador, dado que los marqueses murieron sin descendientes directos. Pero con el paso de los años y tras la Guerra Civil, el palacio su fue deteriorando y estuvo a punto de ser derruido. Sin embargo, en 1976 fue declarado Monumento Histórico Artístico y ello salvó el edificio. Además, el hecho de permanecer sin uso durante más de 100 años, ha preservado su rico interior llegando prácticamente intacto al momento actual.

Desde 1992 y como conmemoración del Quinto Centenario de la llegada a América de Colón y de la capitalidad europea de Madrid, se reabrió el palacio convertido en la Casa de América consorcio formado por multinacionales e instituciones españolas y americanas que tienen como objetivo estrechar los lazos entre España y el continente americano, especialmente con Latinoamérica.

En cuanto a la leyenda sobre los fantasmas que tan popular ha hecho el palacio, dejo su relato para otro momento, sabiendo que quien esté interesado puede acceder a ella a través de otros medios.
  
Y terminamos la ronda con el Banco de España. Situado en la esquina Alcalá/Paseo de Recoletos, frente al Palacio de Cibeles (entre estos dos edificios se encuentra nuestro noble laurel, y no se me ocurre lugar más digno).

El Banco de España tiene su origen en el Banco de San Carlos, creado en 1782 por Carlos III como una institución privada bajo la protección del rey. Algo después se transformó en el Banco de San Fernando (1825) y posteriormente se fusionaría con el Banco de Isabel II (1847), pasando a denominarse Banco Español de San Fernando . Más tarde, en 1856, pasó a denominarse definitivamente Banco de España. En este momento, aun seguía siendo una entidad de naturaleza privada hasta que en un Decreto Ley de 7 de junio de 1962  el Gobierno lo nacionalizó.

 Edificio del Banco de España
A lo largo de esta historia, pasó por diferentes sedes hasta que en 1891 se trasladó al lugar que ahora ocupa. En 1882 se compra el Palacio de Alcañices al Duque de Sesto, que ocupaba la esquina de la calle Alcalá con el Paseo del Prado, el 4 de julio de 1884 se pone la primera piedra y el 3 de marzo de 1891 es inaugurado por el rey Alfonso XIII y su madre la Reina Regente María Cristina. El diseño fue de los arquitectos Severiano Sainz de la Lastra y Eduardo Adano, que elaboran el proyecto definitivo a finales de 1883.

Posteriormente se realizarán diferentes reformas y ampliaciones, entre las que destaca la de 1927 con la ampliación por la calle de Alcalá tras comprar las Casas-Palacio del conde de Santamarca y la última, que completaba definitivamente el edificio en una manzana cerrada, y que, aunque se planificó en la década de los 70 y para ello se compró el edificio contiguo, no pudo iniciarse hasta el año 2003 siguiendo un proyecto de Rafael Moneo.

Volvemos al laurel y aclararemos su origen según la tradición griega. Como siempre, se trata de una más de las múltiples rencillas entre los dioses del Olimpo, cuyas consecuencias pagan habitualmente los sufridos mortales o las deidades inferiores.

El dios Apolo menospreció las habilidades de Eros como arquero y esté le disparó una flecha con punta de oro que desató en el dios un gran amor por Dafne. Al mismo tiempo, Eros disparó a la ninfa Dafne una flecha con la punta de plomo que provocó en ella el rechazo incondicional hacia Apolo. Desde ese momento, Apolo perseguirá sin tregua a la ninfa por bosques y montañas  hasta que cuando está a punto de alcanzarla Dafne pide ayuda a su padre el dios-río Peneo para que la oculte y preservar así su virtud. Peneo la convirtió entonces  en laurel (Dafne en griego es laurel) y cuando Apolo por fin alcanza a su amada, se encuentra con el árbol, al que se abraza y promete convertir en su símbolo y emblema. Coge algunas de sus ramas y se fabrica una corona que coloca su cabeza uniendo desde entonces de forma permanente su figura a la de dicho árbol.    
  
Apolo y Dafne de Bernini en la Galería Borghese de Roma. Fuente, Wikipedia
Aunque existen otras versiones con algunas variaciones del mito, la más popular es la aquí descrita, recogida en La Metamorfosis de Ovidio. También en nuestros clásicos existe referencia a esta leyenda. Termino, por tanto, con el Soneto XIII de Garcilaso de la Vega (1501-1536) que  la recoge en su poema:
  
Apolo y Dafne de por Antonio Pollaiuolo. National Gallery de Londres. Fuente, Wikipedia



A Dafne ya los brazos le crecían,
y en luengos ramos vueltos se mostraba;
en verdes hojas vi que se tornaban
los cabellos que el oro escurecían.
De áspera corteza se cubrían
los tiernos miembros, que aún bullendo estaban:
los blancos pies en tierra se hincaban,
y en torcidas raíces se volvían.
Aquel que fue la causa de tal daño,
a fuerza de llorar, crecer hacía
este árbol que con lágrimas regaba.
¡Oh miserable estado! ¡Oh mal tamaño!
¡Que con llorarla crezca día
la causa y la razón porque lloraba!

                       Garcilaso de la Vega   

Publicado en junio de 2014