miércoles, 12 de noviembre de 2014

LAUREL DE CIBELES

Laurel de la Plaza de Cibeles

El laurel de la plaza de Cibeles es un árbol o arbusto perenne, que se encuentra situado en el paseo central del Paseo del Prado, muy cerca de la fuente que da nombre a dicha plaza. La plaza de Cibeles empezó denominándose Plaza de Madrid hasta que en 1900 el ayuntamiento cambió su nombre por el de Plaza de Castelar. Posteriormente, tras la Guerra Civil, cambió nuevamente pasando a denominarse como en la actualidad.

 Laurel de Cibeles. Al fondo el Palacio de Linares
Como consecuencia de la transformación urbanística que en tiempos de Carlos III tuvo lugar en la zona, conocida entonces como Salón del Prado, en el paseo de Recoletos, junto al palacio de Buenavista se  instaló la fuente de la diosa Cibeles, en 1782, mirando hacia su  vecina de Neptuno, por cierto, también rodeada de laureles, y en 1895 se trasladó al centro del cruce de las calles Alcalá y Recoletos, en su ubicación actual.

Esta fuente, la popular Cibeles, es uno de los símbolos más reconocidos de nuestra ciudad, en rivalidad con la cercana puerta de Alcalá y la también cercana aunque no tanto Puerta del Sol.

Fuente de Cibeles. Por encima de la arboleda asoma el Palacio de Buenavista
La fuente fue diseñada por Ventura Rodríguez con el doble objetivo ornamental y funcional. Así, durante mucho tiempo, el agua de la fuente proveía a los madrileños del imprescindible líquido y de ella se surtían aguadores profesionales y vecinos. La ejecución fue de los escultores Francisco Gutiérrez Arribas (la diosa y el carro) y Roberto de Michel (los leones), que contaron con la colaboración de Miguel Ximénez (cenefas decorativas del carro).

La diosa Cibeles, símbolo de la Tierra, la agricultura y la fecundidad, con un cetro en su mano derecha y una llave en la otra, está montada en un carro tirado por dos leones. Estos leones representan a Hipómenes y Atalanta convertidos por Zeus en animales y obligados a tirar del carro de Cibeles. Atalanta, joven cazadora del grupo de Diana, retaba a sus pretendientes a una carrera en la que debían vencerla para conseguir su mano. Hipómenes, enamorado de la joven consigue vencerla gracias a la ayuda de Afrodita, que le entrega unas manzanas que va tirando durante la carrera y consigue así que Atlanta se entretenga recogiéndolas. Pero, como la felicitad en los mitos de la antigüedad suele tener un coste, los jóvenes consuman su amor en el templo de Cibeles quien, enfurecida por el sacrilegio, informa a Zeus y éste les convierte en leones. 

Fuente de Cibeles
De todos es conocido el vínculo existente entre la fuente y su vecina de Neptuno y determinadas celebraciones deportivas, que en alguna ocasión ha tenido graves consecuencias para la escultura. Lo que ya no sabe todo el mundo es que existen dos réplicas exactas en dos lejanos lugares: en el cruce de las calles Oaxaca, Medellín y el Oro, en la ciudad de México, inaugurada en 1980 como símbolo de hermandad entre la comunidad española y la mexicana; y en la Plaza Presidencial de una zona residencial de Pekín

En la plaza de la Cibeles también es necesario hacer referencia a los edificios que ocupan sus cuatro esquinas, ya que se trata de cuatro construcciones con una importante historia a sus espaldas y un presente trascendente. Economía, gobierno municipal, gobierno militar y cultura hispana podrían ser los cuatro capítulos que atienden estos edificios: Banco de España, Ayuntamiento de Madrid, Cuartel General del Ejército y Casa de América.

La Plaza de Cibeles desde la torre del Palacio de Cibeles
Pero primero vayamos con nuestro árbol.

Como ya se ha dicho anteriormente, la primera duda es si colocarle en el grupo de los árboles o el de los arbustos. Efectivamente, el laurel, laurus nobilis, tiene más apariencia de arbusto, pero algunos ejemplares en algunos lugares, pueden llegar a adquirir las dimensiones y aspecto de un árbol con todas las de la ley. Dejémoslo a gusto del observador.

En cambio nadie duda sobre su alcurnia y los altos designios que ha desempañado a lo largo de la historia. Ya su nombre específico, nobilis, hace referencia a este aspecto y a nadie se le escapa que era con ramas laurel con lo que se reconocía en la antigüedad los méritos de los militares, deportistas y otras celebridades y como se extendió esta costumbre hasta tiempos moderno. Napoleón, por ejemplo, admirador ferviente de los césares romanos y de sus simbolismos, gustaba aparecer en sus ceremonias coronado con las ramas de laurel y así quedó plasmado en multitud de retratos.. Sin olvidar su incorporación a nuestro lenguaje en forma de frases hechas: cosechar laureles, cargado de laureles, dormirse en los laureles, cum laude, etc. En la Edad media se llamaba baccaleauriatis al estudiante que adquiría los conocimientos impartidos en las primitivas universidades, en referencia a la corona de laurel con la que se reconocía su capacitación y en esta denominación está el origen del nombre del actual bachillerato.

El laurel y el Palacio de Cibeles
El laurel de Cibeles forma un pequeño bosquete con multitud de tallos que se entremezclan dando la apariencia de un único ejemplar, percepción a la que contribuye la forma artificial de su copa. Solitario, asilado de otras plantas, aporta el toque natural a este lugar cargado de historia y eje económico y social de la ciudad. 

El laurel es, en general, un árbol de poca altura, raramente sobrepasa los 10 metros, con una copa densa e irregular, aunque en la mayoría de los ejemplares urbanos esto último depende de la poda a la que estén sometidos, dada su función ornamental. Las hojas duras y correosas, acompañan durante todo el tiempo al árbol y son de color verde, oscuro por el haz y más pálido por el envés. Cuando se estrujan, desprenden un aroma intenso y característico y con ellas se aderezan infinidad de guisos en la conocida cocina mediterránea, ya que aportan un aroma y un sabor inconfundible y facilitan la digestión.

Aunque actualmente es fácil disponer de ellas, en cualquier frutería nos las proporcionarán encantados, aunque sólo en algunas gratuitamente,  recuerdo que antes, en nuestros pueblos de origen, era aun más sencillo: bastaba con salir de casa, dirigirnos  al arbusto más cercano y servirnos. También se ha dado a la hoja de laurel un uso medicinal como tónico estomacal que estimula el apetito y ayuda a eliminar los gases y como purgante intestinal al contribuir a la expulsión de la bilis.  Desde el punto de vista religioso, son muchos lugares de España en los que las ramas de laurel se llevan a la iglesia el domingo de Ramos, para ser bendecidas posteriormente guardadas posteriormente en la casa durante los meses siguientes para ir utilizando sus hojas en la cocina. 

Laurel de Cibeles en plena floración
Hay laureles macho y hembra difíciles de diferenciar por el profano ya que los dos presentan la floración de finales de febrero a mayo y son flores muy parecidas.  El fruto, con forma ovoide, como una pequeña aceituna, primero negra y luego violeta, aparece en septiembre u octubre. Antiguamente de ellos se obtenía un aceite denominado manteca de laurel que se usaba para aliviar las inflamaciones de los huesos y las articulaciones.

Dada su gran extensión es difícil conocer su área de procedencia aunque todo apunta a la zona mediterránea, donde ha sido cultivado desde la antigüedad. Cuando puede elegir le gustan los lugares sombríos y húmedos, a orillas de arroyos y ríos y prefiere los climas suaves, sin sequía acusada y con pocas heladas.

Húmedo está, bajo el laurel, el banco
de verdinosa piedra; 
lavó la lluvia, sobre el muro blanco, 
las empolvadas hojas de la hiedra. 
                           Antonio  Machado


En la Península Ibérica podemos ver laureles en cualquier provincia, aunque sus mejores ejemplares se encuentran  en la zona atlántica y cantábrica. En estos lugares es frecuente encontrarle formando setos al borde de los caminos o en los límites entre fincas o prados.
Ello no evita que aparezca en la tradición popular de todas las zonas, incluidas las más sureñas. A modo de ejemplo, podemos reflejar la siguiente copla andaluza:

Entre los árboles todos
se señorea el laurel,
entre las mujeres Ana,
y entre flores el clavel.
Eres delgada de talle,
como junco de ribera:
de las niñas de tu calle
tú te llevas la bandera.
Tienes una cinturita
que parece contrabando:
yo, como contrabandista,
por ella vengo penando.
Morenita agraciada,
quítate el manto;
no por ser agraciada
te tapes tanto.
 



Además, como árbol decorativo podemos encontrar laureles en multitud de parques y jardines adquiriendo diversas formas, con preferencia redondeadas y cónicas. En la propia zona de la plaza de Cibeles, si miramos hacia la fuente, la veremos acompañada de pequeños laureles redondeados, que se prolongan por la mediana de la calle Alcalá hasta la misma Puerta. Y si  avanzamos por la calle de Alcalá y entramos en el Retiro por la Puerta de Madrid, veremos a ambos lados del Paseo de Coches unos espléndidos ejemplares. La Fuente de Neptuno, como ya se ha dicho, también está rodeada de laureles y lugares tan emblemáticos como la Plaza de Oriente o el Parterre del Parque del Retiro también cuentan con su presencia.

Laureles del Parterre del Retiro

 Laureles del Paseo de Coches del Retiro
Pero no podemos abandonar la plaza sin hacer referencia como se anunciaba al principio a los cuatro edificios  que la limitan. También es recomendable subir a lo alto del Palacio de Cibeles, sede actual del ayuntamiento de la ciudad para tener una amplia vista de la plaza y de gran parte de la ciudad.

Empecemos entonces por esté edificio.

El actual Palacio de Cibeles, último de los edificios que se inauguró en la plaza, fue Palacio de Comunicaciones o de Correos hasta el año 2007, en que empezó a albergar dependencias municipales y empezó a denominarse oficialmente Palacio de Cibeles en el año 2011.

Su función hasta ese momento era la de  albergar los servicios generales de telegrafía, telefonía y, especialmente, sobre todo en los últimos años, de correos. La primera piedra se puso en el año 1907 en unos terrenos pertenecientes a los Jardines del Buen Retiro, generando cierta polémica por privar a Madrid de un espacio de recreo. Los arquitectos fueron Antonio Palacios y Joaquín Otamendi que con este proyecto iniciaron una brillante carrera profesional, y los motivos ornamentales fueron responsabilidad del escultor Ángel García Díaz.

 Palacio de Cibeles
Fue inaugurado por los reyes, Alfonso XIII y Victoria Eugenia, convirtiéndose en el centro neurálgico de las comunicaciones de Madrid a comienzos del siglo XX. El edificio constaba de dos partes separadas por el pasaje de Alcorcón, conocido popularmente como la calle del correo y actualmente cubierto por bóvedas de cristal. La parte que da a la plaza de Cibeles, donde se encuentra la entrada principal, era propiamente la Central de Correos, Telégrafos y Teléfonos, y la otra, al otro lado del pasaje, la Dirección General.

El Palacio de Comunicaciones fue construido para sustituir la antigua Real Casa de Correos que se encontraba en la Puerta del Sol, construida en la segunda mitad del siglo XVIII y actualmente sede del gobierno de la Comunidad de Madrid (anteriormente Ministerio de la Gobernación). Esta edificación situada en el centro de la ciudad, no estaba preparada para asumir el reto que el avance de las comunicaciones requería e hizo necesario un nuevo espacio, más accesible y moderno.

El cambio en las comunicaciones, desaparición del telégrafo, disminución del correo postal, aparición de la comunicación a través de internet, etc., fue haciendo perder importancia a las funciones primitivas del Palacio y fue adquirido por el Ayuntamiento de Madrid para ubicar en él dependencias municipales y convertirlo en su sede oficial y en un importante centro cultural. 

Y del edificio más reciente, al más antiguo, Se trata del Palacio de Buenavista, cuyo origen se remonta a 1767, cuando Fernando de Silva y Álvarez de Toledo (1714-1776), XII Duque de Alba y Tormes, compra a la Familia Real la finca conocida como Altillo de Buenavista. Aunque sería su heredera, María del Pilar Teresa Cayetana de Silva Álvarez de Toledo (1762-1802), XIII duquesa de Alba quien en 1777 encargó la construcción del palacio a Pedro de Arnal, y en él vivió habitualmente junto a su marido José Álvarez de Toledo y Gonzaga, jefe de la Casa de Medina Sidonia.

 Palacio de Buenavista
En 1802, tras la muerte sin herederos directos de la duquesa el palacio se desvincula de la Casa de Alba y en 1807 pasa, a través de una expropiación, a manos del Duque de Alcudia, Manuel Godoy, aunque cuando perdió el poder volvió a manos de la Familia Real.

Tras los revueltos tiempos de la Guerra de la Independencia y posterior restauración borbónica a cargo de Fernando VII, el palacio pasó al Ejército, en 1847, convirtiéndose en Ministerio de Guerra. Actualmente es la sede del Cuartel General del Ejército.

Gran cantidad de acontecimientos históricos se fraguaron en sus estancias. No olvidemos que en él habitaron, entre otros, Espartero, Prim, Primo de Rivera o Manuel Azaña. En él murió el General Prim, en extrañas circunstancias y tras el atentado que sufrió en la cercana calle del Turco (hoy Marqués de Cubas, junto al actual Banco de España). En su fachada norte, todavía están presentes los impactos de proyectiles lanzados sobre el Ministerio de la Guerra de Azaña durante la Sanjurjada del 10 de agosto de 1932. Más recientemente, durante el 23-F, el entonces jefe de Estado Mayor del Ejército, general José Gabeiras, se reunió aquí con sus mandos militares para planificar el contragolpe.

Sus paredes están adornadas con verdaderas joyas de arte español, y su jardín, iniciativa del propio Prim, contiene gran variedad de árboles entre los que se encuentran ejemplares  centenarios, alguno catalogado como Árbol Singular por la Comunidad de Madrid.

Siguiendo el sentido de las agujas del reloj, entre el palacio de Buenavista  y el de Cibeles se encuentra el Palacio de Linares. 
                                     
Este palacio, fue construido por José de Murga y Reolid y Raimunda de Osorio y Ortega, Marqueses de Linares, en los terrenos que compraron al Ayuntamiento de Madrid en 1872, donde se encontraba el antiguo Pósito Real de Madrid y los Molinos de Plata.

De su construcción se encargó el arquitecto Carlos Colubi siguiendo los diseños del arquitecto francés Adolf Ombrecht. Los Marqueses se mudaron al edificio en 1884, aunque la construcción finalizó completamente en 1890.

Palacio de Linares
Tras la muerte de los marqueses, el palacio fue heredado por su ahijada, Raimunda Avecilla y Aguado, hija de su administrador, dado que los marqueses murieron sin descendientes directos. Pero con el paso de los años y tras la Guerra Civil, el palacio su fue deteriorando y estuvo a punto de ser derruido. Sin embargo, en 1976 fue declarado Monumento Histórico Artístico y ello salvó el edificio. Además, el hecho de permanecer sin uso durante más de 100 años, ha preservado su rico interior llegando prácticamente intacto al momento actual.

Desde 1992 y como conmemoración del Quinto Centenario de la llegada a América de Colón y de la capitalidad europea de Madrid, se reabrió el palacio convertido en la Casa de América consorcio formado por multinacionales e instituciones españolas y americanas que tienen como objetivo estrechar los lazos entre España y el continente americano, especialmente con Latinoamérica.

En cuanto a la leyenda sobre los fantasmas que tan popular ha hecho el palacio, dejo su relato para otro momento, sabiendo que quien esté interesado puede acceder a ella a través de otros medios.
  
Y terminamos la ronda con el Banco de España. Situado en la esquina Alcalá/Paseo de Recoletos, frente al Palacio de Cibeles (entre estos dos edificios se encuentra nuestro noble laurel, y no se me ocurre lugar más digno).

El Banco de España tiene su origen en el Banco de San Carlos, creado en 1782 por Carlos III como una institución privada bajo la protección del rey. Algo después se transformó en el Banco de San Fernando (1825) y posteriormente se fusionaría con el Banco de Isabel II (1847), pasando a denominarse Banco Español de San Fernando . Más tarde, en 1856, pasó a denominarse definitivamente Banco de España. En este momento, aun seguía siendo una entidad de naturaleza privada hasta que en un Decreto Ley de 7 de junio de 1962  el Gobierno lo nacionalizó.

 Edificio del Banco de España
A lo largo de esta historia, pasó por diferentes sedes hasta que en 1891 se trasladó al lugar que ahora ocupa. En 1882 se compra el Palacio de Alcañices al Duque de Sesto, que ocupaba la esquina de la calle Alcalá con el Paseo del Prado, el 4 de julio de 1884 se pone la primera piedra y el 3 de marzo de 1891 es inaugurado por el rey Alfonso XIII y su madre la Reina Regente María Cristina. El diseño fue de los arquitectos Severiano Sainz de la Lastra y Eduardo Adano, que elaboran el proyecto definitivo a finales de 1883.

Posteriormente se realizarán diferentes reformas y ampliaciones, entre las que destaca la de 1927 con la ampliación por la calle de Alcalá tras comprar las Casas-Palacio del conde de Santamarca y la última, que completaba definitivamente el edificio en una manzana cerrada, y que, aunque se planificó en la década de los 70 y para ello se compró el edificio contiguo, no pudo iniciarse hasta el año 2003 siguiendo un proyecto de Rafael Moneo.

Volvemos al laurel y aclararemos su origen según la tradición griega. Como siempre, se trata de una más de las múltiples rencillas entre los dioses del Olimpo, cuyas consecuencias pagan habitualmente los sufridos mortales o las deidades inferiores.

El dios Apolo menospreció las habilidades de Eros como arquero y esté le disparó una flecha con punta de oro que desató en el dios un gran amor por Dafne. Al mismo tiempo, Eros disparó a la ninfa Dafne una flecha con la punta de plomo que provocó en ella el rechazo incondicional hacia Apolo. Desde ese momento, Apolo perseguirá sin tregua a la ninfa por bosques y montañas  hasta que cuando está a punto de alcanzarla Dafne pide ayuda a su padre el dios-río Peneo para que la oculte y preservar así su virtud. Peneo la convirtió entonces  en laurel (Dafne en griego es laurel) y cuando Apolo por fin alcanza a su amada, se encuentra con el árbol, al que se abraza y promete convertir en su símbolo y emblema. Coge algunas de sus ramas y se fabrica una corona que coloca su cabeza uniendo desde entonces de forma permanente su figura a la de dicho árbol.    
  
Apolo y Dafne de Bernini en la Galería Borghese de Roma. Fuente, Wikipedia
Aunque existen otras versiones con algunas variaciones del mito, la más popular es la aquí descrita, recogida en La Metamorfosis de Ovidio. También en nuestros clásicos existe referencia a esta leyenda. Termino, por tanto, con el Soneto XIII de Garcilaso de la Vega (1501-1536) que  la recoge en su poema:
  
Apolo y Dafne de por Antonio Pollaiuolo. National Gallery de Londres. Fuente, Wikipedia



A Dafne ya los brazos le crecían,
y en luengos ramos vueltos se mostraba;
en verdes hojas vi que se tornaban
los cabellos que el oro escurecían.
De áspera corteza se cubrían
los tiernos miembros, que aún bullendo estaban:
los blancos pies en tierra se hincaban,
y en torcidas raíces se volvían.
Aquel que fue la causa de tal daño,
a fuerza de llorar, crecer hacía
este árbol que con lágrimas regaba.
¡Oh miserable estado! ¡Oh mal tamaño!
¡Que con llorarla crezca día
la causa y la razón porque lloraba!

                       Garcilaso de la Vega   

Publicado en junio de 2014                       

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