Es Madrid una ciudad
bastante bien arbolada. Sus parques la dotan de una gran riqueza en todo tipo
de plantas. Unos más extensos, como la
Casa de Campo o el Monte del Pardo, otros
más humildes, situados en cualquier calle o rincón de la ciudad, como el eje
Prado/Recoletos o la Plaza de Oriente. Algunos fueron antiguas fincas
señoriales, como la Fuente del Berro o el Capricho de la Alameda de Osuna
y otros son más recientes como el del
recinto ferial Juan Carlos I o el recientísimo parque del Manzanares. Y no nos
podemos olvidar del laboratorio vegetal por excelencia que es el Real Jardín
Botánico y del más popular parque urbano, el Parque del Retiro.
Roble del parque del Capricho en la Alameda de Osuna |
Existen árboles
famosos en Madrid, tanto en la ciudad como en el territorio comunitario y esa
fama le viene dada por diferentes motivos: su antigüedad, su elegancia, su
especial resistencia a las agresiones del medio, su historia, etc. Sin embargo,
no es la fama lo que nos debe atraer del mundo arbóreo. Ese árbol ignorado que
se encuentra a la salida del portal de nuestra casa, es tan importante como el
más elegante pino del Retiro. Ese árbol que aguanta el polvo en el aparcamiento,
o aquel otro que rodeado de asfalto o cemento apenas tiene espacio para que el
agua llegue a sus raíces, o Éste más cercano que han derribado sin
consideración para abrir una zanja. Todos ellos deben ser apreciados por lo que
son: seres vivos que generosamente nos proporcionan nuestro elemento más
necesario, el oxígeno.
Cedros en la calle Juan Esplandiú |
He elegido, con
criterios muy personales, cinco árboles famosos de la ciudad: el madroño de la
Plaza de la Lealtad, el plátano del Paseo de la Florida, el ginkgo de la Fuente del Berro, el olivo de
la calle Huertas (o del cementerio de los artistas) y el ahuehuete del Parterre
del Retiro.
Y ahora, vamos a ello.
MADROÑO DE LA PLAZA DE LA LEALTAD (arbutus unedo)
El árbol que más se
identifica con la ciudad de Madrid es el madroño, por su presencia en el escudo
de la villa. Sin embargo hay muy pocas probabilidades de que efectivamente sea
un madroño el que se quiso reflejar en el escudo cuando se creó en 1222.
La historia es
bastante conocida. Durante muchos años, hubo una disputa entre el concejo y el
clero de la villa por la posesión y disfrute de unas tierras cercanas a la
ciudad. Por fin, se llegó a un acuerdo: los pastos serían para el cabildo y los
pies de árbol y la caza para la ciudad. Y el acuerdo se ratificó incluyendo en
el escudo de la ciudad un árbol y un oso con las patas delanteras apoyadas en
el tronco (anteriormente el oso o la osa paseaba por un prado).
Escudo de la desaparecida Casa del Pastor, bajo el viaducto. Considerado el más antiguo que se conserva. |
Posteriormente, no se
sabe muy bien cuando, se empezó a afirmar que el árbol del escudo era un
madroño, pese a la escasez de dichos árboles en esta zona, sobre todo formando
bosques. Algunos botánicos afirman que el árbol del escudo es un almez, especie
autóctona del lugar y que también tiene unos pequeños frutos rojos. También
pudiera ser que el responsable de pintar el escudo únicamente quisiera reflejar
un árbol pequeño y sus frutos rojos sin asignarle ninguna especie en concreto.
Lo cierto es que
Madrid es universalmente conocida como la “ciudad
del oso y el madroño”, aunque como
acabamos de ver lo del madroño es discutible y lo del oso también dado que son
muchos quienes afirman que indudablemente se trata de una osa. Puestos a ser
exigentes, también podemos afirmar que el madroño parece más bien un arbusto,
como indica su aspecto, su tamaño y su nombre científico (arbutus unedo), que según la terminología romana, vendría a ser
algo así como arbolillo del que sólo
puedes/debes comer uno (fruto, se entiende), en referencia a las
consecuencias negativas de su abuso.
Madroño del jardín de las torres de la Castellana |
En la ciudad de Madrid
hay madroños por todos los lados. En la mayoría de nuestros parques más
conocidos, en muchas de nuestras calles y en cualquier rincón o patio de
viviendas podemos descubrir sus rojos
frutos coincidiendo temporalmente con sus blancas flores (el fruto madura en el
otoño siguiente a la floración y coincide con las nuevas flores). En todos los
casos, es difícil encontrar alguno que supere los 4 o 5 metros de altura y
mucho más difícil hallarlos en estado natural e nuestros bosques.
El madroño de la Plaza de la Lealtad se
encuentra situado en uno de los lugares más simbólicos de la historia de
Madrid.
Plaza de la Lealtad. Monumento a los Caídos |
La plaza fue
construida en tiempos de Isabel II y en ella se encuentra el Monumento a los
Caídos por España que guarda las cenizas de los madrileños caídos el 2 y 3 de
mayo de 1808, tras la revuelta contra los soldados de Napoleón y la represión
posterior. Goya inmortalizó este alzamiento popular en sus famosos cuadros La
carga de los mamelucos y El 3 de mayo
en Madrid (más conocido por Los
Fusilamientos de la Moncloa) y contribuyó a vincular la represión con la
montaña del Príncipe Pió. Sin embargo fue aquí, en esta zona del Paseo del
Prado, donde hubo mayor cantidad de ejecuciones.
Así, símbolo junto a
símbolo, y compartiendo el espacio con otros árboles espectaculares como el vecino
ginkgo (ginkgo biloba) que se
encuentra a su lado, o los arces plateados o sacarinos (acer saccharum) algo más separados al otro lado del monumento, este madroño soporta el paso del tiempo
ayudado por las imprescindibles muletas, permitiendo su contemplación y la
evocación de fragmentos de nuestra historia.
Madroño de la Plaza de la Lealtad |
El madroño es un
árbol/arbusto que raramente supera los 5 metros de altura. El tronco, muy
ramificado desde la base, pocas veces es recto y la corteza, muy escamosa, se
desprende con facilidad y tiene un color
pardo con tonos rojizos en las ramas jóvenes y grisáceo en las viejas. Está
siempre cubierto de hojas con forma lanceolada y borde aserrado. En otoño
aparecen sus flores en forma de campanita cerrada y agrupadas en racimos de
color blanco con tonos rosados. También en otoño aparecen los frutos, con
colores del amarillo anaranjado al rojo intenso según el momento de maduración.
Flor del madroño |
Como se ha dicho
anteriormente, la planta presenta al mismo tiempo la flor y el fruto procedente
de las flores del año anterior. Estos frutos son comestibles, aunque no
conviene abusar de ellos, porque al madurar fermentan y los azúcares se
convierten en alcohol pudiendo provocar dolores de cabeza e incluso borrachera
o mareo.
Publicado en el mes de marzo de 2012
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