GINKGO DE LA FUENTE DEL BERRO (ginkgo
biloba)
Si bien todos los
árboles arrastran una historia consigo, podemos afirmar que en ninguno dicha
historia es tan antigua como en el caso del ginko (ginkgo biloba). Existen testimonios fósiles de esta especie con una
antigüedad de 200 millones de años y, como todos aprendimos en la escuela, eso
ya no es historia, sino prehistoria. Durante mucho tiempo, se pensó que esos
testimonios eran lo único que quedaba de tan singular árbol, pero
descubrimientos realizados en algunas zonas de China, en ciertos pequeños
bosques protegidos por otros árboles caducifolios, parecen sugerir la
continuidad de esta especie, aunque haya sido gracias a la intervención del
hombre que la introdujo en sus monasterios y palacios.
Ginkgo del Parque de la Fuente del Berro en verano. |
Todo lo antiguo está
rodeado de leyendas y el ginkgo no es una excepción. Incluso su nombre que, según algunos autores, hace referencia a un “árbol que pierde sus hojas en invierno”,
a “pie de pato” o a la más aceptada “albaricoque de plata”, considerando que
procede de la palabra china gin-kyo (gin: plateado y kyo: ciruela o albaricoque). Incluso se le menciona como “árbol de los 40 escudos”, haciendo referencia al precio que
supuestamente se pagó por él en 1870 a un horticultor inglés para introducirlo
en Francia. El nombre específico biloba
se lo adjudicó Linneo, para indicar la doble lobulación de sus hojas, lo que no
se da en todos los casos.
Puede alcanzar de 20 a
40 metros de altura y unos 2.000 años de edad. Tiene su tronco recto y la copa
piramidal. Hay ejemplares masculinos y ejemplares femeninos. Florece a
principios de la primavera y sus semillas, una especie de ciruelas de olor
nauseabundo, maduran al final del verano. Pero es la forma y el color de sus
hojas lo que da al árbol su identidad y su espectacularidad. Quien las ve una
vez no las olvida nunca: son como un pequeño abanico, de unos 10-12 centímetros
de longitud por 4-8 de anchura y tienen el borde entero con muchas nervaduras.
En otoño, antes de caer, adquieren un color amarillo explosivo, que se va
atenuando, hasta que se desprenden del árbol. El resto del año son verdes, con
una cierta variedad cromática.
Hojas de ginkgo |
Es un árbol resistente
a la contaminación, lo que le ha convertido en ideal para adornar nuestras
ciudades. Tampoco tiene enemigos naturales ya que las plagas y los parásitos
propios de esta especie están extinguidos. También se comenta su carácter
resistente al fuego y anecdóticamente se menciona que fue uno de los pocos
seres vivos que resistió la explosión nuclear de Hirosima.
Actualmente podríamos
encontrar ginkgos en estado natural en algunos bosques montañosos de Zhejiang
en el este de China y en Szechuan en el extremo oeste del mismo país. En
Europa, la primera referencia data de 1690, tras una visita realizada a China
por el botánico Kaempfer. En 1739 llegó la primera planta a Europa, a la ciudad
de Utrech y en 1754 se plantó un primer ejemplar en el Jardín de Kew en
Londres, donde todavía vive. En España se citó por primera vez en, los jardines
de Aranjuez.
Ginkgo del Parque del Oeste. |
En Madrid hay
ejemplares extraordinarios en determinados parques o jardines históricos, y
recientes plantaciones en diferentes zonas. Entre los primeros podemos
mencionar los del Parque del Oeste, del palacio de Buenavista, el de la Plaza
de la Lealtad (junto al madroño) y el
del Parque de la Fuente del Berro. Entre los segundos, la calle Príncipe de
Vergara, o la Plaza del Conde del Valle Suchil y otros muchos lugares de la
ciudad. También se ha plantado generosamente en nuestro parque más reciente,
junto al río Manzanares. Es un árbol de moda.
El ginkgo de la Fuente
del Berro es probablemente el árbol más espectacular de todo el parque. Situado
en la terraza inferior, muy cerca de la M-30, ocupa un espacio preferente que
domina y controla. En cualquier estación del año resulta espectacular.
Desprovisto de cualquier abrigo en invierno, cargado de hojas en primavera y
verano y pintado de amarillo en otoño, capta inmediatamente el interés de
cualquier persona que pasee por sus alrededores.
Ginkgo del parque de la Fuente del Berro en diciembre |
El parque de la Quinta
de la Fuente del Berro es un auténtico jardín botánico que se abrió al público
en 1954 y, como otros muchos de nuestra ciudad, procede de antigua finca
privada que ha pasado por diferentes propietarios a lo largo de su historia.
Las noticias más antiguas
hacen referencia a una finca cercana al arroyo Abroñigal (hoy tapado por la
M-30) creada en el siglo XVII por Bernardino Fernández de Velasco (duque de
Frías, conde de Haro, condestable de Castilla) denominada Quinta Miraflores, o
de Frías, o del Condestable. Fue
comprada en 1630 por el rey, Felipe IV, para convertirlo en un nuevo Real
Sitio. Sus intenciones parece que duraron poco, porque apenas 10 años después
se la cedió a unos monjes benedictinos castellanos que habían sido expulsados
del Monasterio de Montserrat, aunque la corona se reservó el derecho al agua
que se transportaba a lomos de burros hasta el palacio real.
La finca estaba dotada de
casa, jardines, huertas, tierras de labor, viñas y frondosas arboledas con gran
cantidad de árboles frutales, cipreses, álamos y moreras. En 1703 fue comprada
por María Trimiño Vázquez de Coronado quien posteriormente la dejó en herencia
a la Obra Pía de los Padres Mercedarios Calzados, aunque la corona seguía
disfrutando del uso del agua y del mantenimiento de la fuente. El agua de la
Fuente del Berro, era considerada la mejor de todo Madrid.
La Fuente del Berro en la actualidad. |
Su nuevo propietario, Martín
Estenoz, compra la finca en 1880, excepto la casa y la fuente, y levanta una tapia estableciendo el
perímetro definitivo. Algunos cambios de propietario más y a finales de siglo,
sufre una transformación radical para convertirse en un parque de recreo
denominado Nuevos Campos Elíseos, que sustituyeron a los situados entre las
actuales calles de Goya y Jorge Juan. Estos Campos Elíseos eran el equivalente
a los actuales parques de atracciones, con una torre-mirador, una montaña rusa,
caballitos, un velódromo, una sala de tiro al blanco, una ría con su estanque y
cascada, invernaderos y un restaurante de lujo que se instaló en el antiguo
palacete ya existente. Duró poco: dos años.
Desde entonces, cambió varias
veces más de propietario hasta que en 1948 fue adquirida por el Ayuntamiento de
Madrid, aunque ya había sido declarado jardín histórico-artístico en 1941.
Ginkgo del parque de la Fuente del Berro en enero |
En el momento presente, un
centro cultural ocupa la edificación (junto con un restaurante en sus bajos).
La fuente, fuera del recinto del parque, permanece, aunque sin agua que ya
había sido canalizada y conectada al Canal de Isabel II hace mucho tiempo. Y el
parque alterna praderas con bosquetes, columpios con estatuas de personajes
ilustres (Becquer o Pushkin, por ejemplo), y algunos ejemplares de árboles
espectaculares (varios catalogados como árboles singulares por la Comunidad de
Madrid) entre los que se encuentra nuestro ginkgo biloba.
Parque de la Fuente del Berro. Al fondo “El pirulí”. |
Publicado en el mes de diciembre de 2012
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